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Sixto J. Incháustegui sobre la crisis ambiental: “Estamos comenzando a tocar fondo”

El biólogo dominicano Sixto J. Incháustegui le ha dedicado más de 50 años de su vida profesional y personal al movimiento ambiental.

Como científico, investigador, asesor o docente, le ha tocado abordar todos los aspectos imaginables sobre crisis ambiental, desarrollo humano y desarrollo sostenible.

Desafortunadamente, con todo y que se considera positivista y optimista, dice que los resultantes son negativos.

Cita por ejemplo los objetivos de la COP 10 celebrada en Aichi, Japón, cuyas metas tenían como marco entre 2010 y 2020.

“Se hizo una evaluación sobre qué tanto se había avanzado de acuerdo a los compromisos asumidos por los países que son parte del Convenio sobre Diversidad Biológica y no se avanzó como se quería”.

Le siguen, señala, el batallar global con el Acuerdo de París y el tema del cambio climático. Y si se toma en cuenta el Informe Global de Riesgos que publica anualmente el Foro Económico Mundial, añade que los cinco primeros riesgos globales, “tanto por posibilidades de que ocurran como por impacto, son ambientales, o sobre la crisis climática, o por epidemias (que son también un problema ambiental), o por diversidad biológica”.

Ante la crisis actual recurre a una conversación que tuvo hace varios años con el doctor Gerardo Budowski, en un viaje que este hiciera a República Dominicana.

“Budowski fue un gran forestal y ambientalista internacional que vivió su vida mayormente en Costa Rica. Cuando hablábamos de este tema, hace ya 15 años o más, él decía que lamentablemente los países tenían que tocar fondo primero antes de comenzar a reaccionar más seriamente y que él veía así la situación ambiental”.

Para el científico dominicano experto en herpetología, la pandemia del coronavirus es una muestra de que “estamos comenzando a tocar fondo”.

Y sostiene que sobre el tema hay previsiones basadas en la ciencia, como las recogidas en el libro Spillover (Derrame), del estadounidense David Quammen, que en 2012 predijo lo que está pasando ahora con la crisis sanitaria del Covid-19.

“Pero lo predecía en base al estudio de todas las llamadas enfermedades emergentes y reemergentes, que están muy directamente relacionadas con la destrucción de los bosques, la destrucción de la biodiversidad y el cambio climático. Y  aparentemente ninguna gran autoridad mundial le prestó atención a predicciones de este tipo”.

DOS BUENOS INSTRUMENTOS

Incháustegui entiende que la gran crisis medioambiental actual representa un momento histórico y es parte de lo que recoge el estudio “La tragedia ambiental de América Latina y el Caribe”, publicado el año pasado por la Comisión Económica para América Latina y el caribe –Cepal.

“Ese libro básicamente dice que la única salida de América Latina, a pesar de toda su riqueza en biodiversidad y medio ambiente, es el cambio de paradigma de desarrollo y la necesidad de cambios en el consumo y en el modo de producción”.

Y a partir de su experiencia, ¿qué propone don Sixto para que la sociedad se interese en el tema y deje de visualizarlo como un asunto que solo involucra a la gente de ciencia?

“Yo creo que, ante la situación ambiental que tenemos, hay que seguir educando. La educación ambiental es un proceso continuo que hace mucha falta”, comenta.

Y recurre al dicho que insinúa “que lo que no vemos no conocemos y lo que no conocemos no amamos y lo que no amamos no lo protegemos”.
Destaca en ese sentido el esfuerzo que hacen las autoridades en el desarrollo del ecoturismo y el aporte de los fotógrafos de la naturaleza.

Pero es un proceso lento, asegura, así que propone valerse principalmente de los instrumentos de gestión con que cuenta República Dominicana como estado insular para seguir hacia delante.

El primero es el establecimiento, mantenimiento y buena gestión del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap).
“Las áreas protegidas son esenciales. El trabajo de Solhanlle Bonilla  y Víctor Gómez-Valenzuela publicado hace varios años estima que el valor de los servicios ecosistémicos que aportan las áreas protegidas de República Dominicana anda por alrededor de 2 mil 500 millones de dólares anuales. Eso es algo de vital importancia”.

Alerta de que todas las predicciones de vulnerabilidad al cambio climático van en la misma dirección: la pérdida de recursos hídricos; y de que los informes de la Cepal terminan siempre indicando que existe un mal manejo de las cuencas.

Dado que las previsiones señalan que fenómenos como las tormentas incrementarán en intensidad, las soluciones que ayudarían a paliar su impacto son las llamadas soluciones naturales.

Al hacer referencia al seguimiento que ha dado a eventos de importancia global como la cumbre de Río 92 o la Cumbre del Milenio, Incháustegui asegura que nadie predijo el florecimiento de las algas de sargazo, y que esto se debe a que los cambios climáticos “están produciendo y van a producir cosas que todavía no podemos predecir”.

Sin embargo, agrega que sí se cuenta con los informes anuales de cambio climático y con suficiente información para trabajar.

El otro instrumento esencial son las evaluaciones de impacto ambiental, “el seguimiento a los planes de manejo ambiental y sobre todo la capacitación del Ministerio de Medio Ambiente para poderles dar seguimiento”. Estima que es un trabajo permanente y grande para lo que se necesita, eso sí, recursos económicos.

Explica que, partiendo de un estudio realizado por el BID  en 2009 que evaluaba la capacidad institucional que tiene el Ministerio de Medio Ambiente, se evidenció que esta entidad no cuenta con los recursos necesarios para cumplir su misión institucional.

“Somos pequeños países insulares y tenemos necesidad de fondos especiales (…) Si yo fuera Ministerio formal, enarbolara la bandera del presupuesto, porque sin los recursos necesarios y la magnitud del trabajo que hay que hacer, es difícil cumplir con todo eso”.

10 AÑOS DE VIDA VERDE

Incháustegui participó junto a otros expertos en un Encuentro Verde especial por el décimo aniversario de Vida Verde, el proyecto de publicaciones ecológicas de Listín Diario.

“Uno se siente contento de venir a eventos como este y ver que las cosas están mejorando. La tarea por delante es ardua y realmente estamos es una crisis que es global y nacional”, dijo.

Y alertó de que uno de los indicadores de esta crisis a nivel local son las especies en peligro, especialmente de plantas vasculares y anfibios, incluidas en la lista roja de especies en peligro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

“Y la principal causa de las especies en peligro de nosotros es una sola: destrucción de hábitats y deforestación”.

Listín Diario