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Naturaleza y cultura. Un grito por los Haitises

Carlos Andújar Persinal
Carlos Andújar Persinal

En su esfuerzo por sobrevivir, el ser humano ha prestado atención a su relación con la naturaleza que le proporciona fuentes de alimentación, abrigo y ayuda para hacer más llevadera la vida y la cotidianidad.

Es obvio que estas relaciones tampoco han sido del todo armoniosas y por tanto se presentan conflictos y acciones que proviniendo del ser humano, agreden y depredan el medio natural y viniendo de la naturaleza misma, impactan con fiereza la vida y los medios culturales creados por éste y al individuo mismo.

Esta relación dicotómicamente dependiente, obligó al individuo tempranamente a comprender el papel de la naturaleza en su existencia y la necesidad de respetar sus leyes. Por un lado construyó un mundo sagrado que tuvo a la naturaleza como centro y por el otro, la cortejaba con su ritualidad y reverencia.

Pero igualmente entendió la importancia que para su existencia implica la naturaleza como fuente generadora de riqueza, materia prima, alimentos y medios tecnológicos entendida esta relación como interdependiente, la convivencia ser humano-naturaleza construye lo que llamó el antropólogo eslavo nacionalizado inglés, Bronislaw Malinowski: medio ambiente artificial, más tarde el norteamericano Melville Herskovits, bautizó la cultura como la obra humana, testimonio de su presencia y de su capacidad de transformación del entorno natural, con obras de cultura, dejando sus huellas como representación fiel de su existencia.

Esta presencia de lo cultural modifica la relación conflictiva en lo que llamó la antropología alemana natura-cultura, es decir, la ubicuidad entre la existencia humana cuyos medios provee la naturaleza, y la necesidad de conservarla, reverenciarla, sacralizarla e inmortalizarla en deidades con capacidad de destruir todo lo humanamente creado, por tanto esta relación lo fue también, de sumisión y miedo a la vez.

Esta interacción se ha proyectado en el tiempo y sigue la naturaleza jugando su papel en la vida humana a pesar de que el desarrollo y la modernidad, confrontó, con la fuerza de su tecnología, la naturaleza de manera descarnada. Esta lucha hasta el último combate, nos ha llevado a una despiadada relación de exterminio de los más sanos lugares de la tierra que además de reservas de biodiversidad, significan pulmones de respiro ante el deterioro en que hoy sobrevive el planeta.

Si fuéramos a ver cuál de las civilizaciones que han vivido hasta el momento en la historia humana ha depredado en mayor grado de intensidad y degradación la calidad del planeta, se hace evidente que la vivida en los últimos tres siglos ha sido la de mayor negatividad, por cierto, período en el que la naturaleza humana ha alcanzado el más alto nivel de inteligencia, experiencia y madurez pero no los ha puesto al servicio de la calidad de vida, sino del despilfarro, la arrogancia y el dispendio, sin que ello omita, los grandes logros de la modernidad pero el precio pagado ha sido tristemente doloroso para el futuro de las nuevas generaciones y nosotros mismos que ya comenzamos a sufrir las reacciones bravías de la naturaleza.

Naturaleza y cultura son a la vez parte de un mismo eje de supervivencia, de lo que hablamos es la manera desproporcional en que uno de los protagonistas de este equilibrio se ha comportado. Todo por el desarrollo es posible, según sus defensores a ultranzas, aunque conlleve un sacrificio para muchas personas y poblaciones y para el futuro de la humanidad. La generación actual es coyunturalista y sólo piensa en las ventajas que da el momento vivido, el presente, por no contar con el individualismo que acompaña los estilos de vida hoy, comportamiento, actitud e indiferencia que caracteriza a gran parte de las sociedades modernas.

El sacrificio de importantes áreas protegidas y de conservación del medio ambiente, el empobrecimiento de los ríos, la convulsiva reacción climática, debido entre otras cosas al deterioro de la capa de ozono y otras no menos desconcertantes situaciones, han de preocupar a los gobiernos, instituciones y organismos que deben velar por un desarrollo sostenido con equidad, sin fundamentalismos y pasiones románticas, pero firmemente decididos a producir una mejor relación entre el ser humano y la naturaleza.

Los gobiernos y técnicos responsables tienen en esta jornada de rescate del medio ambiente, un papel protagónico en la toma de decisiones, sin embargo, son las comunidades y los individuos que empoderados de estos nuevos sujetos, sean capaces de torcer decisiones y acciones indebidas, chocar con los más grandes intereses, pero con la firmeza y convicción de defender la naturaleza para que le siga sirviendo a la humanidad, sin el peligro de que ésta desaparezca, que también implica la extinción de la especie.-

Via: Clave Digital