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LUIS QUIN: LA VOZ QUE CLAMA EN LA CORDILLERA

eleuterio-martinez-mini1Ahora que estamos llegando a la orilla del tiempo, donde la distancia parece desvanecerse ante los paradigmas que nos plantean los adelantos asombrosos de la tecnología y el avance extraordinario de las ciencias, que en lugar de garantizarle salud, bienestar y calidad de vida a los seres humanos, están abriendo un abismo insondable entre éstos y la Madre Natura, convendría mirar hacia el otro lado para ver quienes han sabido nadar y darle la mano a quien estuvo en desventaja o que la corriente amenazó con llevárselo.

Y podríamos detenernos en un punto de esta geografía insular, en San José de Ocoa por ejemplo, una apartada zona cordillerana que otrora acogió una naturaleza pródiga, con extraordinarios bosques de caoba (el oro rojo de la ebanistería y la carpintería), extensos pinares que fueron diezmados por la industria maderera de exportación de los años 50 y comienzos de los 60 y muestras del bosque nublado característico de las altas montañas donde éste se sustituyó para darle paso a las hortalizas de ambientes frescos, los cultivos de ciclo corto altamente demandantes de agroquímicos e intenso laboreo de los suelos, así como el conuquismo sin la menor orientación técnica; actividades que en su conjunto la han convertido en la antesala del desierto.

Aunque ya se han dado cientos de casos a nivel nacional, rara vez se había visto una muerte tan violenta de una fuente de agua como ha ocurrido con el río Ocoa, donde más que agua, en su lecho lo que se aprecia son las rocas desnudas y sedientas. Este espectáculo desolador se aprecia con toda su crudeza tanto en el puente que conduce desde Ocoa a Rancho Arriba, como en la carretera Sánchez y hasta en la misma desembocadura en Palmar de Ocoa. Solamente la situación cambia en las épocas lluviosas, donde las avenidas del río pueden cambiar fácilmente la alegría por la desgracias materiales y humanas.

Quizás este fue el primer pecado ecológico que el Padre Luis Quin encontró a su llegada a esta tierra que lo acogió con los brazos abiertos y fue tal la comprensión que tuvo de esta realidad, que olvidó su lar de orígen para venir a residir en este recodo de la Cordillera Central, a fundar la «esperanza de un mañana verde» y sembrar una «sonrisa» en un pueblo que por poco pierde su fe en el porvenir, al ver esfumarse sus posibilidades de bienestar y supervivencia con la pérdida de los suelos de las laderas que el agua lluvia se lleva al mar y los árboles que día a día desaparecían como por arte de magia en Sabana de San Juan, Rancho Arriba, La Horma y el Limón.

LUIS QUIN

Es un sacerdote canadiense que desarrolla su labor evangelizadora entre la Iglesia y la montaña, entre la Junta y los Consejos Comunitarios, dirigiendo una reunión técnica o jugando con un niño, a lomo de mulo o en una camioneta, con una plantita en la mano o dándole un pan al hambriento, discutiendo con el Presidente de la República o con el general de Foresta, reclamándole más atención al cumplimiento de sus deberes al Secretario de Agricultura o indicándole al técnico conservacionista donde están los problemas más críticos.

Es un caso realmente fuera de lo común. En varias ocasiones he comentado con Ramón Báez, fundador de la Junta y con su hermana, Santa Báez, ida a destiempo (mujer también de trabajo que entregó su vida por esta misma causa), el empeño que pone el Padre Quin para la búsqueda de soluciones a la problemática que representa la deforestación tan bárvara que ha sufrido Ocoa y el amor que él pone para endulzarle la vida a los pobres en los campos que ya no saben como pedirle a la tierra que le de el pan de cada día, porque ella se niega a seguir pariendo por los maltratos a que ha sido sometida.

Es tiempo de navidad, la ocasión es propicia para reflexionar en los valores valores más nobles que el Todopoderoso a puesto en el interior de cada uno de nosotros. Miremos bien a nuestro alrededor para que sigamos el ejemplo de quienes solamente hablan con los hechos, con la solidaridad y con la cualidad más hermosa que debe acompañar la vida de un ser humano: humildad, lo primero que se puede apreciar al acercarse a Luis Quin, un «Hijo de Dios».

LA COSECHA DEL GUAYACAN

La Junta como se le conoce popularmente a la Asociación Para el Desarrollo de San José de Ocoa ha sido el principal muro de contensión al avance del desierto que mantiene moribundo al único río de la zona y amenaza con arropar todo el municipio

El vínculo pobreza – medio ambiente es un círculo vicioso, porque generalmente la pobreza tiende a generar o a empeorar las condiciones ambientales y un ambiente degradado indudablemente que conduce a la pobreza. Es más, la experiencia nos dice que más que un círculo vicioso, es una espiral descendete, pues a medida que la pobreza se agudiza y se generaliza, el deterioro ambiental que genera es aún mayor y cuanto más lejos llegue la agresión provocada a la naturaleza, menos posibilidad de supervivencia y mayores precariedades se genera.

Ningún otro espacio es m*s apropiado para comprobar esta hipótesis que San José de Ocoa, situación que se hace m*s crítica en las zonas rurales que han sido víctima de los monocultivos de ciclo corto que desplazaron por completo la cobertura boscosa para realizar plantaciones de hortalizas (Zanahorias, remolachas, repollo, lechuga…), papas y habichuelas entre otros rubros que son muy intensivos en la labranza de la tierra y el empleo de agroquímicos.

Pero el problema no reside en los cultivos en sí, ni siquiera en los métodos de cultivos (aunque son decisivos a la hora de conservar los suelos y el agua), si no en la irregularidad del relieve y lo escarpado de la topografía de esta región montañosa de la Cordillera Central, donde hemos visto en múltiples oportunidades las simbras de papas y habichuelas en pendientes de 30, 45 y hasta de un 80 % de inclinación. Y bajo estas condiciones, no hay tecnología en el mundo que garantice la retención del suelo (salvo las empleadas por el imperio Inca en Machu Picchu y las culturas ancestrales filipinas).

LA JUNTA

Y este fue el escenario que encontró Luis Quin al llegar a San José de Ocoa y sin que nadie se lo encomendara, inició la terea ciclópea de enfrentar la problemática por todos los frentes posibles. Para ello necesitaba de un instrumento de acción, la palanca de Alquímedes para mover al mundo y desde luego que la consiguió, pues ya existía «La Junta» como todos le llaman a la Asociación para el Desarrollo de San José de Ocoa, que había sido fundada por otro Sacerdote con idénticos propósitos en 1962.

Como todo un comandante y estratega de guerra comenzó a organizar y a reforzar su ejército (los técnicos de apoyo de La Junta) y a entrenar a sus generales de brigada (la directiva), mientras engrasaba las armas (herramientas de trabajo) y ensayaba la dialéctica a emplear en los campos de batalla, pues el enemigo (la deforestación, la erosión, la desaparición de las fuentes de agua, la pérdida acelerada de la biodiversidad y sobretodo, la pobreza extrema que se vive en los campos de este municipio) tiene mil fascetas, múltiples manifestaciones y sufre de metamorfosis.

Apoyado en la experiencia de Ramón Báez (su mano derecha) y el dominio de la idiosincracia campesina que tenía Santa Báez (tan comprometida con esta lucha que hasta dejó su vida en el camino), se lanzó a la conquista de una riqueza extraordinaria (la naturaleza de montaña), que se le iba de las manos, se le escapaba entre los dedos, a sus verdaderos dueños (los campesinos), por su inexperiencia en el manejo de los casos conflictivos de las tierras de laderas, por los umbrales críticos en que caían sus predios al recoger dos o tres cosechas y a la falta de una asistencia estatal que pudiese brindarles orientación técnica y oportunidades de crédito que viabilizaran sus métodos de siembras y cosechas.

A estas alturas, los técnicos dicen que se han plantado más de 5 millones de árboles para reforestar alrededor de 30 mil tareas, mientras que paralelamente se construían cientos de kilómetros de caminos vecinales, cientos de acueductos rurales, escuelas, clínicas, sistemas de riego por aspersión y por gravedad, instalaciones de energía solar, fomento de de la pequeña y la microempresa campesina, promoción de la cultura y los deportes, talleres de organización comunitaria, juntas o convites para el trabajo colectivo, programas de ayuda para los envejecientes, ensayos de métodos de salud preventiva, de educación ambiental y atención infantil.

REFORMA AGRARIA

Entre el padre Luis Quin y La Junta no hay diferencias cuando se llega al campo, pues para el morador de las montañas significan lo mismo. «Si el padre lo dijo, así tendrá que ser». «Si viene de La Junta no hay que discutir, esa es una orden que se cumple como un mandato divino». Estas expresiones se pueden escuchar en cualquier campo de San José de Ocoa, pero muy especialmente en la comunidad de Los Martínez donde este hombre de sotana ha realizado la mayor revolución que por medios pacíficos no se puede hacer en cualquier rincón del mundo, sino en casos muy excepcionales: «una reforma agraria comunitaria sin la intervención estatal».

Puedo confesar que el conjunto de realizaciones que se aprecian en estas lomas ocoeñas me han dejado perplejo y pensativo en varias ocasiones, pues en principio no creía que era cierto que el padre había promovido la construcción de miles de viviendas nuevas y la reparación de cinco mil más en todos los campos que se enmarcan en la accidentada geografía del extermo septentional de la provincia Peravia, hasta que el escepticismo tuvo un feliz final en Los Martínez, una comunidad que prácticamente vive en las nubes, en un vallecito intramontano que para llegar hasta él, es preciso hacerle primero todos las oraciones a Dios y todos los cumplidos a los Santos para atravesar los precipicios y llegar con vida.

En esta aldea campesina que a lo mejor el Presidente de la Rapública nunca ha oido mencionar y que el Director del Instituto Agrario Dominicano seguro que no la conoce (aunque reconozco que mi buen amigo Quilvio Cabrera es tan aplatanao como yo) y mucho menos Amilcar Romero, el flamante Secretario de Estado de Agricultura que tantos éxitos ha tenido después del paso por el país del ciclón Georges; allí repito, el padre Quin ha logrado una de sus mayores hazañas al promover y ejecutar un proyecto de «reforma agraria integral», es decir, donde se integró a toda la comunidad.

Sin más fuerza que el poder de la palabra, sin más argumento que el bienestar comunitario e instalándoles sistemas de riego que hiciesen más productivos sus predios, se convenció a los que más tenían para que lo repartieran con los desposeidos, con los que no tenían nada, salvo la ropa que llevaban encima. ¿Que si es cierto lo que le contamos?, ¿que si es posible que un padre puede doblegar tan facilmente la voluntad egoista y personal que exhibimos los seres humanos hasta convertirla en un bien colectivo?, ¿que si no es soñando que estamos o creemos que hemos llegado a algún rincón del paraiso?

Fueron muchos los que tuvieron que llegar hasta Los Martínez para conocer este ensayo de «comunismo primitivo» que La Junta está haciendo en uno de los campos más escondidos del país. Pero no vaya usted a creer que este es el único caso, las experiencias se multiplican y germinan como las semillas que el buen sembrador supo poner en tierra fértil y ya tenemos conocimiento de casos donde cuatro dueños han repartido lo que tienen con catorce familias más. El padre le dice que si le ponen riego sus espacios de cultivo incrementan el doble de su productividad actual, por lo que pueden disponer del 50% de sus predios para compartirlos con los demás. Esta tesis fue demostrada una y otra vez y ya nadie la pone en dudas y sin que nadie lo sepa (debo decirlo en voz baja para que no sea cosa que me acusen de comunista también), se han logrado progresos extraordinarios y sorprendentes.

HAMBRE DE PAN – HAMBRE DE DIOS

El padre Luis Quin no es un «mesías» (el tampoco ha pensado en tal posibilidad), pero los campesinos saben que es un «mensajero de Dios». No han faltado voces que gratuitamente le endilguen cualidades izquierdistas, pero en muchas ocasiones le he oido decir que la «ostia» no se le debe dar a un hambriento, si no se le puede acompañar con un pan. Yo le he acompañado en los sermones de las misas en tiempos de las fiestas patronales, cuando moradores de todos los campos y la ciudad se congregan para hacer sus alabanzas al Creador con una plantita en las manos.

También he sido testigo de excepción cuando, con su voz educada y serena, le dijo al presidente Balaguer que los campesinos desalojados de la presa Presa de Jigüey no debían ser abandonados a su suerte, que antes de llenar el vaso de la presa deberían ser reasentados. Créanme (porque a mí me consta) que nunca le han faltado agallas para decirle cuatro verdades a los generales de Foresta cuando las actividades «non sanctas» de sus empleados han puesto en peligro el patrimonio verde de estas montañas. Y yo no se si ustedes recuerdan que el pasado 25 de noviembre, al bendecir el «Día de Acción de Gracias (costumbre norteamericana) y el Almuerzo Anual» que con tal motivo celebró la Cámara Americana de Comercio, les dijo a los congregados que llegó la hora de negociar la «condonación de la deuda externa», la cual limita la posibilidad de alimentar a millones de niños y frena el progreso de los pueblos.

Ha recibido todos los honores y reconocimientos del mundo, desde los grupos comunitarios (los únicos que valora realmente), pasando por los gremios y asociaciones profesionales, instituciones oficiales y organismos internacionales hasta subir por las escalinatas del Palacio Nacional, pero nada de eso le llama más la atención que la sonrisa de un niño que juega descalzo en el patio de un hogar campesino. Pero para mi, la obra más exaltada de este sacerdote reside en haberle devuelto la fe y abrirle la esperanza a estos seres humanos que viven al margen del modernismo, de la globalización y que por lo tanto, tampoco les puede afectar el Y2K. Aunque no lo es pero es más que un banco, La Junta está OK para el 2000.

Las necesidades materiales se pueden satisfacer en tanto y cuanto no entra en juego la ambición. Es más, las aspiraciones humanas nunca llegan a su plena satisfacción si no se complementan con otras necesidades ocultas que a todos nos acompañan y que son las más perentorias aunque nunca le hacemos caso por andar tan afanosamente tras las primeras. Despues de haber dado un paseito por el mundo y ver que los habitantes de New York y Venecia están tan vacíos y carentes de los dones divinos como lo puede estar cualquier campesino inculto en Oviedo o la Mata de Santa Cruz, me he llegado a convencer de que los seres humanos tenemos más hambre de Dios que de pan. Pues el primer vacío no se llena ni con un Mercedes Benz del nuevo milenio, mientras que el segundo hasta con una masita se resuelve.

!Verdad que vale la pena vivir, y más aún cuando uno conoce personas con las cualidades y la estatura del padre Luis Quin! Si Dios nos lo permite, en el siglo entrante le hablaremos del «Proyecto Marena» desarrollado en San José de Ocoa, cuenca Nizao y cuenca Las Cuevas, para que veamos que la mística y el trabajo tesonero por amor al prójimo tienen mucho más valor que todos los dólares y los pesos juntos.

REALIZACIONES:

4.5  millones de plantas sembradas 
4 viveros fijos y decenas temporeros 
30,000 tareas reforestadas 
1,304 viviendas nuevas 
4,489 viviendas reparadas 
50 escuelas en el campo 
10 clínicas rurales 
264 instalaciones de energía solar 
24 sistemas de riego 
3 centros de formación (vocacional) 
45 organizaciones comunitarias e 
Innumerables proyectos conservacionistas (agricultura org*nica, cultivos de arrope, en contornos, acequias, muros de contensión, lombricultura…) 
 

por Eleuterio Martínez 
Publicado originalmente en el Listin Diario del 21de Diciembre 1999