“Cada depredador genera una firma propia sobre las presas que ingiere”, indica Yolanda Fernández Jalvo, investigadora del MNCN.

“En este estudio, los fósiles obtenidos muestran escasas modificaciones y esto habitualmente se asocia con la presencia de lechuzas”, continúa Marin Monfort, primera autora del trabajo e investigadora del museo.

Tendencia a la aridez  

Además de cambios de depredadores, los estudios tafonómicos permiten confirmar o descartar la presencia de otros procesos como el transporte, la corrosión ácida o la formación de depósitos de manganeso, todos ellos procesos que repercuten en las interpretaciones paleoambientales, paleoecológicas y paleoclimáticas.

En el caso de Wonderwerk, aparecen óxidos de manganeso, que se suelen depositar en la superficie de los huesos cuando el ambiente es húmedo.

“La presencia de óxidos de manganeso disminuye a medida que los fósiles corresponden a etapas más modernas, lo que nos permite constatar una tendencia climática más árida en la zona”, añade Fernández Jalvo.