Después de recuperar la libertad, es la primera vez que se observa a Lupita junto a otro manatí distinto de Pepe y Juana.
Lupita, la manatí reintroducida en Bayahíbe en diciembre de 2020, ha cumplido cuatro años desde su llegada a la zona. Fue liberada junto a Pepe y Juanita en un esfuerzo coordinado por el Ministerio de Medio Ambiente, el Acuario Nacional y Fundemar, tras un proceso de adaptación en cautiverio que duró seis meses.
Durante ese período de aclimatación en un recinto cercado, se notó la presencia de una manatí juvenil que frecuentaba la barrera que separaba a los tres animales de la libertad. A esta manatí, de aproximadamente un año de edad en 2021, se le bautizó como Rosita. Desde el otro lado de la malla sumergida, Rosita interactuaba con ellos, al igual que la manatí Remi, posiblemente atraídas por la curiosidad y sus hábitos sociales.
En junio de 2021, cuando se abrió la barrera y los tres manatíes fueron finalmente liberados, Rosita permaneció en el lugar, como si les diera la bienvenida a sus nuevos vecinos de Bayahíbe. En las semanas siguientes, se la observó socializando con Juanita cerca de la pequeña bahía que había servido como área de preparación para la libertad.
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Cuatro años después
Aunque la reintroducción fue un éxito, el destino de los tres manatíes ha sido diverso. Juanita falleció por causas naturales y Pepe murió tras el impacto de una embarcación.
Lupita, por su parte, ha recorrido una extensa zona del este del país, desde Bayahíbe hasta la isla Saona y Boca de Yuma. Rosita, a quien Fundemar ha monitoreado desde su identificación, ha sido vista de manera itinerante en la región.
La rutina de Lupita
Tras una larga estadía en Boca de Yuma, Lupita regresó a Bayahíbe hace unos meses. Se la observa con frecuencia frente al pueblo, donde ha desarrollado la costumbre de calcular la salida y llegada de los botes turísticos para buscar atención y recibir agua dulce, una conducta adquirida durante su tiempo en cautiverio.
Se sabe que tiene un bote favorito, bajo el cual suele refugiarse durante largas horas, descansando y, ocasionalmente, bebiendo agua de una manguera cuando se abre la llave. Su presencia se ha convertido en parte del paisaje de Bayahíbe: mientras los turistas se sorprenden al verla, los locales ya la consideran una vecina más.
El reencuentro con Rosita
El pasado miércoles 22 de enero, durante un monitoreo rutinario de Fundemar para registrar el comportamiento y estado de salud de Lupita, los técnicos se sorprendieron al encontrarla acompañada de otro manatí debajo de su bote favorito.
Para su sorpresa, se trataba de Rosita. Ambas manatíes fueron documentadas socializando y, en un hecho inusual, Rosita interactuó con los técnicos de Fundemar de una manera similar a Lupita, nadando a pocos centímetros de ellos mientras la grababan para confirmar su identidad. Este comportamiento nunca antes se había documentado en ella, aunque en otras ocasiones se ha mostrado confiada ante los humanos.
No está claro si esta conducta es resultado de la influencia de Lupita o si responde a su propio instinto, pero, al igual que con Remi, ha sorprendido a los especialistas.
Para Rita Sellares, directora de Fundemar, el hecho de seguir viendo a Lupita después de casi cuatro años de su liberación es motivo de gran alegría.
«Después de su larga estadía en Boca de Yuma, regresó a Bayahíbe hace unos meses para sorpresa de todo el equipo. A pesar del tiempo que ha pasado, sigue manteniendo sus costumbres adquiridas en el acuario, como beber agua de los botes y acercarse a la orilla y a las personas. Aunque hemos avistado otros manatíes en la zona, aún no habíamos logrado documentar a Lupita interactuando con otro manatí. Verla socializando con su especie es un indicador de su exitosa adaptación y refuerza la importancia de la reintroducción a tiempo, con el objetivo de minimizar la antropización», explicó a Diario Libre.