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Hacia un plan para mitigar sequías futuras

hacia_unEl país atraviesa por una de las más prolongadas sequías de los últimos años. A finales de octubre empezaron a caer copiosos aguaceros, con sus inundaciones y daños a infraestructuras y producción agropecuaria, indicando que podría haber terminado el período de estiaje.

El clima dominicano presenta dos períodos marcadamente lluviosos: de septiembre a noviembre y de abril a junio. Pero este 2014 ha sido predominantemente seco. Las aguas de lluvia apenas llegaron en los meses previstos, por lo que los embalses de las presas se han mantenido en niveles críticos.

En conjunto, con el agua de los días recientes, apenas superan el 30 por ciento de su capacidad, informa el gran conocedor del clima dominicano Antonio Cocco Quezada, exdirector de la Oficina Nacional de Meteorología e inspirador de los Conversatorios que sobre meteorología, clima y desastres se realizan cada mes en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña. La sequía fue uno de los temas abordados en el más reciente conversatorio

Pero, ¿realmente ha terminado la sequía? Si se toma en cuenta que de diciembre a marzo es un período de pocas lluvias, no es mucho el tiempo que tendrán las presas para recuperarse y llegar a niveles aceptables.

Cocco considera las sequías como “eventos muy complejos”, que si bien no deben considerarse como sucesos anormales los países deben prepararse para recibirlas. Habla de sequías en plural, y las clasifica en meteorológica, que se caracteriza por una marcada reducción de la cantidad de precipitación que se presenta en una zona, pudiendo producir serios desbalances hidrológicos. Esta sequía se determina tomando en cuenta los datos de precipitación, y es la primera en presentarse.

Si la sequía se profundiza, al grado de que los recursos hídricos disminuyen por debajo de un nivel determinado durante un periodo dado, es considerada como hidrológica. Refiere que esta clasificación, además de los datos de precipitación incorpora la disponibilidad y el consumo normal para uso doméstico, industrial y para riego agrícola.

Y, precisamente, la tercera clasificación es la sequía agrícola, que se refiere a un déficit marcado y permanente de lluvia, con relación a los valores normales, que reduce significativamente el rendimiento de los cultivos, puesto que si la disponibilidad de humedad es menor que la cantidad requerida durante el ciclo de crecimiento, se verá afectada su productividad.

Además del impacto económico, las sequías originan un gran impacto social, pues no solo amenazan la producción de alimentos sino el abastecimiento de agua potable a las poblaciones y se reduce la generación de hidroelectricidad.

Guardar pan para mayo… y provisión de agua
¿Cómo los países pueden mitigar los efectos de las sequías? Cocco considera de utilidad para las decisiones a tomar durante las sequías algunos documentos producidos al respecto por el doctor Donald Wilhite, del Centro Internacional de Información sobre Sequía, entre los que se encuentran diez pasos para la implementación de un plan nacional de sequía.

El primer paso consiste en designar un Comité de Sequía, multidisciplinario, con el propósito de supervisar y coordinar el desarrollo del plan, que será el responsable de la ejecución de los siguientes nueve pasos. A la estructuración del Comité sigue la formulación de una política de sequía, en donde sus propósitos y alcances estén claramente definidos.

El tercer paso es evitar y resolver los conflictos que se producen en época de sequía entre los diferentes sectores productivos por el acceso al agua, y luego inventariar los recursos humanos, biológicos y naturales e identificar las restricciones financieras y legales que pueden impedir el proceso de la planificación.

El quinto paso consiste en el desarrollo del plan, que incluye su formulación (monitorización, evaluación de riesgos y mitigación-respuesta), y la definición de la estructura organizativa necesaria; mientras que en el paso seis el Comité de Sequía identifica las necesidades de investigación y las deficiencias institucionales y recomienda como remediarlas.

La comunicación y el entendimiento entre las comunidades científicas y los distintos responsables es el séptimo paso; el octavo, la comunicación del plan a la sociedad, la que deberá involucrarse durante todo su proceso de elaboración, y el noveno consiste en el desarrollo de programas educativos que ayude a que la gente sepa cómo responder ante una sequía.

Finalmente, el paso diez consiste en la evaluación del plan, ya sea mientras esté en operación o posterior a la ocurrencia de la sequía. La evaluación puede estar a cargo de una universidad o un instituto de investigación especializada.

Por Solange de la Cruz Matos

Vía: http://www.listindiario.com/