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¿Futuro turístico incierto del Parque del Este?

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El manejo del turismo en las áreas protegidas es un mayúsculo reto para nuestro desarrollo económico. Si el impacto del turismo en los frágiles ecosistemas no se gestiona adecuadamente, la actividad turística no sería sostenible y perderíamos competitividad. De ahí que haya que recibir con júbilo la histórica contribución que ha hecho la USAID y The Nature Conservancy al elaborar el «Plan de Gestión y Monitoreo Turístico del Parque Nacional del Este (PNE)». Al ser el primero de su género en el país, su cabal ejecución podría servir de modelo para otras áreas protegidas.

Entre las 122 áreas protegidas existentes, el PNE concentra por mucho la mayor actividad turística de todas. Con una visitación anual estimada en casi 600,000 visitantes (unas 4 veces lo recibido por Los Haitises), el impacto del turismo es más visible y palpable en el PNE que en ningún otro lugar del territorio. El imán principal que atrae ese caudal de visitación es la Isla Saona donde acuden masivamente los turistas extranjeros, provenientes principalmente de Bávaro-Punta Cana, para disfrutar de sus playas y ambiente tropical. Ese nivel de visitación ya está dejando huellas indeseables que el referido Plan está supuesto a conjurar.

Son muchos los estudios que se han hecho sobre el PNE y varios los que se han focalizado sobre su visitación turística. Sin embargo, nunca se había formulado un «plan de acción» como el citado, ya que este último no solo tiene un alcance sin precedentes, sino que también propone estrategias y modos de gobernabilidad que no se habían propuesto antes. En ese sentido, complementa el existente Plan de Manejo del PNE que elaboró el Ministerio de Medio Ambiente y refleja las prioridades del Plan de Desarrollo del Destino de la Asociación de Hoteles y el Clúster Turístico de La Romana-Bayahibe.

La necesidad del Plan es acuciante. «La capacidad de gestión turística de la administración del PNE es el eje crítico para poder mantener el equilibrio entre las actividades turísticas y el bienestar de los valores de conservación, y el funcionamiento de los ecosistemas, y así la calidad del producto turístico básico». Pero el diagnóstico del Plan sobre las capacidades de administración del Parque da cuenta de que están por «debajo del nivel mínimo necesario para poder cumplir con su función crítica de mantener el equilibrio entre el uso público y la conservación». Asimismo, señala que las amenazas a los ecosistemas marinos presentan desafíos urgentes.

Para enfrentar estos desafíos, el Plan propone acciones en nueve subprogramas que atienden a diferentes problemáticas. Estas incluyen: 1) la maximización de la calidad de la experiencia del visitante, 2) la zonificación de uso turístico, 3) el monitoreo de los impactos en los sitios de visita, 4) la interpretación y la educación ambiental, 5) la participación activa de los actores locales, 6) la seguridad del visitante, 7) el desarrollo de los recursos humanos, 8) la capacitación del personal del PNE y de los actores locales, y 9) la sostenibilidad financiera. Para cada uno de estos renglones se proponen medidas específicas que representan un gran desafío de gestión.

En efecto, el Plan no solo prescribe múltiples regulaciones de zonificación, uso público, servicios y prestadores que los administradores del PNE deberán hacer cumplir. También prescribe obras de infraestructura que van desde el desarrollo de una marina para aparcar las más de 325 lanchas que operan desde Bayahibe hasta centros de visitantes, muelles en Bayahibe y Mano Juan, y senderos tablados y plataformas de observación. Las acciones de desarrollo de los recursos humanos no solo incluyen la capacitación del personal del PNE, sino también de guías y operadores y hasta de los mismos actores locales.

La ejecución del Plan estaría en manos de un elenco de 34 administradores y técnicos, en adición a los ya existentes. Solo para el Subprograma de Monitoreo de Impactos en los Sitios de Visita, el Plan propone la contratación de un Oficial de Monitoreo y dos técnicos subalternos para darle seguimiento a todas las medidas recomendadas. Tales requisitos no deberían deslumbrar si se tiene en cuenta que el presupuesto administrativo del parque asciende a apenas US$130,000 anuales, mientras por concepto de entradas el PNE produce más de US$1.5 millones. El Ministerio Ambiente destina la diferencia a la conservación de otras áreas protegidas, pero resulta obvio que tal práctica no puede continuar si la ejecución del Plan se acepta como impostergable.

El mismo Plan propone medidas para incrementar sustancialmente los recursos recaudados. De RD$100 que paga un extranjero por visitar el PNE, se propone que se eleve a US$10, mientras los dominicanos pagarían RD$200. Las pesquisas de los autores del Plan sugieren que tales incrementos serían aceptados de buena gana por parte de los visitantes. Y si el Ministerio de Medio Ambiente adopta la firme decisión de ejecutar el Plan cabalmente, los recursos adicionales solamente satisfacerían los requerimientos de inversión. De manera que existe una real oportunidad de detener, con este Plan, el deterioro de los recursos naturales y culturales del PNE, y aumentar significativamente la calidad de la experiencia del visitante.

Sin duda, este Plan presenta un reto muy significativo en nuestro desarrollo turístico. El mismo ha puesto sobre el tapete la necesidad de tomar muy en serio los imperativos de conservación de nuestras áreas protegidas como requisito para mantener la competitividad de la industria turística. Por eso la tarea de ejecución del Plan no puede dejarse solamente al Ministerio de Medio Ambiente, sino que debe incluir también, en un gran acuerdo de co-manejo, al Ministerio de Turismo y al Clúster Turístico de La Romana-Bayahibe. Y el buen funcionamiento de esta administración tripartita constituirá un enorme desafío nacional. No solo está en juego la competitividad turística, sino también el destino de muchas de nuestras áreas protegidas.

El Parque Nacional del Este recibe anualmente 600 mil visitantes, siendo el área protegida más visitada.

Vía: Diario Libre