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¿El OSO PANDA EN EL TURISMO?

El cultivo del bambú para promover las artesanías que elaboran las Pymes nacionales constituiría un tremendo espaldarazo al desarrollo de una industria conexa al turismo. ¿Manos a la obra? Por Juan Lladó

Nadie osaría penar que el oso panda podría llegar a ser un atractivo turístico en nuestro país. Sin embargo, una reciente exhibición del Centro Nacional de Artesanía (Cenadarte) de muebles y artesanías en bambú provocó la idea entre sus asistentes de ese aparente absurdo. Pues al proponerse ahí la siembra masiva del bambú se abrió no solo una cantera de creatividad para la artesanía nacional. También la interesante posibilidad de que dichas siembras permitan hacer del gracioso oso, cuya alimentación se basa en el bambú, una oferta turística complementaria.

Cenadarte presentó la exposición «Bambú, diseño, artesanía, estilo de Vida» en Blue Mall la pasada semana. Mientras, la institución imparte, con la asistencia técnica de la Misión de Servicios Industriales de Taiwán, el «Primer Taller de Instructores de Diseño en Bambú», el cual persigue que los ebanistas y artesanos trabajen junto a los diseñadores en el desarrollo de nuevos productos e impulsen la industria del bambú en el país. La exposición mostró los primeros productos de esa colaboración, los cuales deslumbraron por su originalidad, elegancia y sencillez.

El bambú no es una planta muy común en nuestro medio. Sin embargo, hace más de 18 años que su siembra y uso han sido promovidos por la Misión de Taiwán en Bonao y, más recientemente, por el Ministerio de Medio Ambiente. Hoy día existen cuatro plantaciones de bambú en el país, dos de las cuales son para uso comercial y dos las mantiene el Medio Ambiente para promover su cultivo.

Hasta ahora, sin embargo, el mayor uso que se le ha dado a la planta en el país ha sido en la industria del mueble, con usos marginales en jardines y en la decoración de los hogares. Por su versatilidad de usos el bambú puede ser considerado una planta milagrosa (ver http://www.slideshare.net/davidchavez/bambu-estudio- del-mercado-mundial). Existen más de 1,500 especies, inclusive una que es comestible, y cada una sirve para distintas aplicaciones. Perteneciente a las gramíneas, esta planta es una hierba con un tallo leñoso. Su caña «puede alcanzar unos 25 metros de altura, con unos 30 centímetros de ancho. Crece en casi todos los continentes a excepción de Europa, y la especie Phyllostachys Pubescens es la planta que más rápido crece en todo el mundo. En un día, una caña puede alcanzar el metro de altura o más, si bien para que el bambú esté en su estado de máxima dureza deben pasar unos tres años».

Además de muebles y artesanías, el bambú le sirve a la industria de la construcción por ser su caña un material muy resistente. Le llaman el «acero vegetal» porque algunas especies pueden alcanzar dureza similar a la del concreto y el mismo acero. Algunas casas se hacen enteramente de bambú en algunos países. Pero lo que ha hecho que el bambú sea idolatrado por los ecologistas es su enorme capacidad para absorber el dióxido de carbono en los gases de invernadero. Al crecer más rápido y producir más materia verde que el pino, el bambú produce más carbohidratos que el pino. De ahí que una plantación de bambú sea, en términos de su uso comercial, su rentabilidad y sus servicios ambientales, preferible a una de pinos.

Frente a tales virtudes conviene reconocer que nuestro país podría extraer enormes beneficios de la expansión del cultivo del bambú. Aunque remplazar nuestros bosques de pinos por bosques de bambú no sería una tarea factible, la opción de reforestar con bambú algunas de las peladas montañas de la Cordillera Central y de otros sitios de nuestra geografía sería enteramente deseable. Como instrumento de desarrollo agrícola, los agentes privados podrían también optar por crear enormes plantaciones en sus tierras baldías. El director de Cenadarte informa que la agencia International Cooperation and Development Fund de Taiwán está dispuesta a financiar todas las plantaciones que pudieran sembrarse en el país.

Lo anterior sugiere entonces la posibilidad de que los osos pandas pudiesen criarse en el país. Esto así porque su alimentación se basa en los bosques de bambú. Los osos panda, de los cuales se estima que solo quedan unos mil ejemplares silvestres y unos 100 en zoológicos, habitan en los fríos y húmedos bosques de las montañas del Tíbet y de la región suroeste de China (http://www.youtube.com/watch?v=jOdhDyMGxUc). Si se desarrollan plantaciones en las inmediaciones del Pico Duarte, por ejemplo, se tendría el hábitat necesario. El problema sería entonces el de transportar a los nacionales y los turistas que quieran contemplar al animal en su hábitat natural. Un teleférico al Pico Duarte es algo que tarde o temprano podría desarrollarse. De igual manera, no hay obstáculo para que se escojan las variedades de bambú más compatible con el entorno del pico y que se maneje la introducción del oso de la manera requerida. Pero los osos panda son solitarios y no gustan de la presencia humana, razón por la cual se dificultaría mucho su observación y hasta pudiera hacerse indeseable.

Las posibilidades de que el Estado o algún inversionista en particular quieran intentar crear el hábitat requerido son remotas. Es posible que la dificultad en el acceso al mismo haga que la iniciativa no sea económicamente rentable. Pero es este tipo de posibilidad la que los dominicanos debemos evaluar seriamente cuando de enriquecer nuestra oferta turística se trate. A veces las ideas que aparentan ser descabelladas pueden lograr hazañas impensables.

Mientras, la contribución del bambú al turismo nuestro tendrá que darse preferentemente a través de las artesanías.

Taiwán nos esta prestando una gran ayuda con propiciar en nuestro medio el desarrollo de las destrezas necesarias. Pero es a Cenadarte y al viceministerio de Pequeñas y Medianas Empresas del Ministerio de Industria y Comercio a quienes les toca apoyar más fuertemente el vínculo del turismo con las artesanías. Y es a los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente a quienes les toca impulsar la siembra masiva del bambú. Ojalá y no pase lo que ha pasado con la macadamia.

Hasta ahora, el mayor uso que se le ha dado al bambú en el país es en la industria del mueble.

Vía: Diario Libre