Existen alternativas a los plásticos que inundan los macutos de la playa. Desde los clásicos cubiertos reutilizables de metal hasta vasos y botellas de aluminio o de cristal. También optar por juguetes de otros materiales y de mejor calidad podría ser una buena decisión para este verano. Igualmente, los especialistas  proponen pensar concienzudamente en si son realmente necesarios. «Cualquier exceso en el consumo es un daño que le puedes ahorrar al planeta», aporta Amanda del Río.

Piscinas y aires acondicionados: cómo limitar sus impactos

Las piscinas y los aires acondicionados, otros emblemas del verano, pueden suponer un gasto importante, y no únicamente para los bolsillos. Mientras que las primeras emplean un preciado y escaso recurso y productos químicos que pueden ser perjudiciales para el medioambiente, los segundos gastan combustibles fósiles y usan gases contaminantes para conseguir la refrigeración.

Una piscina pequeña, de unos seis metros, puede alcanzar un consumo de casi 30.000 litros. «Las piscinas particulares consumen mucha más agua por un individuo que las comunitarias», opina Vizcaíno, quien alienta a utilizar estas últimas. Pero existen alternativas para quiénes ya cuentan con una en su hogar. Entre ellas, Ferraz señala evitar la evaporación tapando la superficie, no llenarla de más para no desperdiciar agua y tratarla adecuadamente igualmente en invierno.

Por otro lado, encender el aire acondicionado es un gesto que a muchos les resulta casi imprescindible para contrarrestar las altas temperaturas, pero que, paradójicamente, aumenta el calentamiento global por el consumo de energía. En el caso de necesitar utilizarlos, los expertos consultados por RTVE.es recomiendan fijar el termostato a no menos de 25 °C y escogerlo de la máxima eficiencia posible. Invertir en el aislamiento, echar las persianas en las horas de mayor sol y pasarse a energías renovables son otros consejos.

Por qué el desperdicio de comida perjudica al medio ambiente

El consumo excesivo se observa también en el desperdicio alimentario, que aumenta en verano en España en tres de cada cuatro familias, de acuerdo a los últimos datos del Panel para la cuantificación del desperdicio alimentario en los hogares españoles. Las salidas a última hora, el calor y la falta de previsión son algunos de los motivos por los que esta problemática se intensifica en época estival. Con ella, además, se generan más gases de efecto invernadero.

Desperdiciar comida contamina en primer lugar y sencillamente porque es una producción que ha necesitado de combustibles fósiles y energía. «Imagina que fabricas un coche, lo compras y lo tiras», ejemplifica Ferraz, «y encima una vez desperdiciado hay que hacer una gestión del residuo». Durante este tratamiento, puede incluso que se emitan sustancias como el metano, uno de los gases de efecto invernadero más potentes.

Para evitar el malgasto de alimentos, los expertos apuestan por la cocina de aprovechamiento y un consumo más responsable como principales aliados.