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El fin de los plásticos de un solo uso: Obligación POLÍTICA Y MORAL

El desafío de la contaminación por plásticos es una de esas tareas pendientes en países como el nuestro y en gran parte del mundo.

Lo sabemos todos: tanto aquellos que hacemos activismo en defensa del medio ambiente como aquellos ciudadanos que de un modo u otro tienen que encarar la triste realidad de convivir entre una ola indetenible de bolsas plásticas, platos y vasos desechables y otros tantos artículos cuyo uso se limita a minutos, aveces a segundos y luego terminan acumulados por doquier.

Nos abruman en las calles, saturan los drenajes, inundan los canales, copan los ríos y, cada vez con más fuerza, convierten la belleza de nuestras costas en una vergüenza colectiva.

En octubre de 2023, aceptamos una invitación de RARE, UNDP, SGP, y el Politécnico de Rwanda, para participar en un taller sobre manejo de plásticos, incluyendo ejercicios muy interesantes sobre la interacción de la conducta humana y su relación con el medio ambiente.

 

En principio, causó mucha curiosidad la sede del evento: Rwanda. Decenas de personas de más de 25 países recorreríamos miles de kilómetros para encontrarnos en ese pequeño país de África occidental. Expertos de frentes áreas, emprendedores, líderes de ONGs y oficiales del PNUD compartimos una cantidad importante de talleres e intercambios que sin duda alguna marcarán para siempre nuestra visión sobre estos temas.

¿Porqué Rwanda? Para empezar, porque se trata de un merecido reconocimiento a una nación que ha asumido con la valentía el desafío de enfrentar el tema de la contaminación, prohibiendo de manera eficiente los plásticos de un solo uso.

En segundo lugar, porque han acompañado esa medida de carácter legal, con actitudes y comportamientos sociales tan acertados, en el orden de la limpieza, el ornato y organización, que han convertido su capital, Kigali, en la más limpia de África y de gran parte del mundo.

Los resultados son evidentes desde el mismo momento en que salimos del Aeropuerto: calles bien señalizadas, arborizadas, ornamentadas y sobre todo impecablemente limpias.

A primera vista pareciera un montaje, una escenografía cuidadosamente creada para impresionar a los visitantes. Pero pasan los días y, a los que son curiosos como yo, nos da por recorrer esos lugares que están tal vez más apartado de las rutas del turismo o que simplemente son espacios naturales donde suele acumularse la basura: Caminos rurales, mercados artesanales o de alimentos, áreas comerciales y vecindarios más humildes.

La lección en ese aspecto es aún mayor: transitar por lugares donde la pobreza material es evidente, ver «la parte atrás de un mercado masivo», una gran parada de autobuses o zonas de mucho comercio y observar apenas vestigios de que se han arrojado, barridos y recogidos los desperdicios es un gran sorpresas.

Aún aquellas calles polvorientas, sin asfaltar, aveces sin aceras ni contener, son barridas y dejadas tan limpia como la mejor usanza de nuestros patios y calles de antaño.

Es cierto que aquí hay un tema más allá de lo legal, hay también un aspecto cultural: una sociedad que ha asumido como parte de su responsabilidad este ejercicio de responsabilidad que redunda en su propio beneficio. Para ilustrarlo, basta que decir que el último sábado de cada mes, la población de Rwanda tiene el compromiso de sumarse a una jornada de limpieza, de labor social, habilitación de caminos o construcción de infraestructuras de manera voluntaria.

Se trata de lo que ellos llaman UMUGANDA, se suspenden todas las actividades no esenciales, públicas y privadas, para que todos se puedan sumar a esta jornada que organizada con fines específicos por los líderes de cada villa, de cada distrito, que habitualmente concluye cerca del medio día. Por supuesto que existen penalidades para aquellos que tratan de evadir el compromiso, pero en general la participación se mantiene por encima del 90% de la población.

Para muchos de quienes visitamos por primera vez Rwanda, no deja de ser un poco intrigante este choque de realidad, en la cual uno se enfrenta cara a cara con un fenómeno sorprendente, inspirador, que conlleva en si mismo el reto y el desafío de poder emprender el camino definitorio que le ponga fin a los plásticos de un solo uso que tanto daño causan a nuestra salud y los ecosistemas.

 

Peor esta vez, ese reto y ese desafío están demasiado bien sustentados en el paradigma que representa haber conocido y explorado una nación con casi la mitad del territorio de mi país (República Dominicana), una densidad poblacional mayor y, vale decir, con una economía mucho más pequeña: pero están logrando lo impensable, sin detener su crecimiento económico miran al mundo con orgullo y deben sentirse más que satisfechos, por ser hoy por hoy un destino al que se puede admirar, por ser pioneros en mostrar el camino a seguir.

Visit Rwanda!…y comprenderá mejor todo lo que he dicho.

Fundación Acción Verde, Inc.