Cada ser cuenta

La simple merma del número de integrantes de una especia ya supone un problema grave para el entorno en el que viven, así que obviamente la extinción de las especies tiene graves impactos en los ecosistemas, puesto que se rompe su equilibrio y si desaparecen eslabones claves de las cadenas tróficas, estos pueden perder algunas de sus funciones más básicas y acabar sucumbiendo también.

Básicamente, esto significa que la desaparición de algunas especies puede desencadenar la extinción de muchas otras, vista la interdependencia que puede llegar a existir en algunos hábitats. Un buen ejemplo de ello es la extinción de las abejas, sin las cuales un gran número de especies vegetales serían incapaces de reproducirse por falta de polinización, por lo que se romperían infinidad de cadenas tróficas.

Por otra parte, los desequilibrios generados en las cadenas alimentarias pueden provocar multitud de fenómenos anexos, como la aparición de parásitos (en caso de que los depredadores naturales de las especies parásitas desaparezcan) que pueden causar la destrucción de grandes extensiones vegetales, por lo que la supervivencia de todas las especies y el equilibrio entre unas y otras resultan imprescindibles.

A día de hoy hay una gran cantidad de especies cuya extinción está resultando difícil de detener y algunas, que ya se consideran prácticamente imposibles de revertir, como pasa con las vaquitas marinas (Phocoena sinus) que viven en las aguas de Baja California en México, de las que no se sabe si aún quedan ejemplares vivos, pese a los ingentes esfuerzos que se hicieron por conservarlas.

Egoístamente hablando

Lo que aparentemente el ser humano no logra entender es que con cada especie que desaparece, nuestra supervivencia se ve amenazada, puesto que el desequilibrio ocasionado pone en peligro nuestras fuentes de alimentación, nuestra salud y hasta nuestro bienestar; no olvidemos que muchos fármacos contienen sustancias provenientes de plantas o animales, que no se pueden sintetizar artificialmente.

Además de por qué cada especie tiene derecho a existir y sobrevivir, desde el punto de vista humano deberíamos concienciarnos de que, la destrucción de esta biodiversidad trae aparejada la desaparición de especies vegetales y animales aún desconocidas, que podrían ser claves para curar males que hoy nos matan irremediablemente.

El suelo, el agua y el aire dependen de la biodiversidad. La vegetación juega un papel importante en el sostenimiento del tejido fundamental de los ecosistemas que componen el planeta. Cada gramo de CO2 que consumen las plantas es vital para que el medioambiente se recupere, por lo que si se acaba con ellas el cambio climático sería aún peor de lo que ya es.

Los suelos de los bosques actúan como filtros naturales del agua de lluvia permitiendo que llegue limpia a los acuíferos, que luego se emplean como fuente de agua potable para el consumo humano. Por esa razón si desaparecen, el suelo se erosiona, pierde su fertilidad y humedad y su capacidad de filtración y se convierte en una zona árida dejando de contribuir al mantenimiento de los acuíferos, que también acaban secándose.

La biodiversidad es imprescindible para la subsistencia de todas las especies del planeta, incluidos los seres humanos que nos valemos de ella para proveernos de un sinfín de productos, sin los cuales quienes nos extinguiremos seríamos nosotros. Cuidar la naturaleza y proteger la flora y la fauna es hacernos un favor a nosotros mismos.