Los arrastreros como el FV Margiris utilizan redes de arrastre de más de un kilómetro de largo y procesan el pescado en fábricas a bordo, una práctica muy criticada por los ambientalistas. En 2012, el Margiris tuvo que abandonar aguas australianas después de varias protestas de activistas. El barco tenía una cuota para transportar 18.000 toneladas de pescado, pero el entonces ministro laborista de Medio Ambiente, Tony Burke, lo prohibió tras una protesta pública.