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Barrick Gold, Dinero y Medio Ambiente

La Barrick niega que contamine los ríos de Cotuí

Y sigue la campaña de descrédito contra la Barrick Gold, dándose ya a estas alturas, manotazos de ahogados ante un hecho que no sólo parece, sino que para nuestro propio bien debería ser irreversible.

Como de por sí el argumento económico parece ser poco sustentable, puesto  que en efecto, las ganancias para el Estado en el negocio son notoriamente exorbitantes ante un mercado mundial donde el precio del oro anda por las nubes, ahora se ha volcado al lado del radicalismo medio ambiental.

Y traen por los pelos investigaciones en Chile, negocios que se cayeron en Noruega, y un sinnúmero de «juicios» y alegatos muchos de los cuales son poco sustentables, pero que adornados con el típico sensacionalismo verde, pueden llenar los ojos a cualquiera.

Estemos claros, la explotación minera es inevitablemente dañina para el medio ambiente, como cualquier extracción de minerales siempre lo va a ser. Lo mejor que pueden hacer las compañías dedicadas a este tipo de actividad es mitigar daños ineludibles, evitar todo daño que pueda ser evitado, asistir en las comunidades que viven cerca de donde realizan la explotación tanto mientras dura hasta para la posterior recuperación de la zona, y establecer estándares de explotación menos destructivas para la ecología.

Barrick Gold anualmente recibe docenas de premios internacionales por sus estándares de cuidado al medio ambiente, el manejo de la salud y la seguridad. Es miembro fundadora del Código Internacional de Manejo de Cianuro, es signataria de la Iniciativa de Transparencia de Empresas Extractoras. También pertenece al programa Global de las Naciones Unidas de principios corporativos en asuntos de derechos humanos, laborales, medio ambientales y anti-corrupción, y así docenas de iniciativas de manejo transparente de sus operaciones y de impacto ambiental.

Claro, la pura verdad puede ser más aburrida que el sensacionalismo verde que hoy parece arropar al mundo. Estamos hablando de una empresa sometida de por sí a muchísima supervisión internacional en sus operaciones tanto de explotación como financieras, y acá estamos pretendiendo tratarla como cualquier cosa.

Acá se habla de un daño en la ecología de un lugar que hace rato el mismo Estado se encargó de destruir cuando se adueñó de la Rosario Dominicana. Y muchos tienen la osadía de reclamar que se anule el contrato o que simplemente se rescinda, como si la vida fuera un relajo.

La millonada en dólares de los verdes que tendría que pagar el Estado dominicano si el contrato actual se rompe dejaría al país una deuda de enormes proporciones que la terminarían de pagar los nietos de nuestros nietos, y la oportunidad de obtener la entrada que a partir del 2012 se empezará a tener puede que no vuelva más.

Si de verdad desean poner en jaque el futuro del país por caprichos, procuren por favor darle una base sustentable, o por lo menos hagan el serrucho para pagar lo que nos costaría complacerles. A demasiados se les parece haber ido el humo de la cementera en los Haitíses en la cabeza y les tiene nubladas las mentes.

Por: Orlando Gómez Torres
El Nacional