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COP26: de la ambición a la decepción

«…me disculpo por cómo se ha desarrollado este proceso y lo lamento profundamente, también comprendo la profunda decepción..»
«Alok Sharma, un político inglés nacido en India, es un funcionario de alto nivel del parlamento y el Gabinete Británico, fue designado para dirigir la COP26, la recién concluida cumbre del clima en Glasgow, Escocia.
Su rostro perturbado por la impotencia y sus lágrimas apenas contenidas tras sus espejuelos, pasarán a la historia como el sentir generalizado de todos aquellos que apostamos a que en esta cumbre primara el insuflado espíritu de «la ambición climática».

«Permítanme decir a todos los delegados que me disculpo por cómo se ha desarrollado este proceso y lo lamento profundamente, también comprendo la profunda decepción…» Fueron sus palabras al cierre de la jornada, justo después que India, apoyada por China, presionara para echar por la borda uno de los compromisos clave y que más esfuerzos costó para eliminar en un plazo razonable el uso de combustibles fósiles: Pidieron cambiar la frase «eliminación progresiva» por «reducción progresiva», término que parece simple, pero la verdad es que encierra un desdén potencialmente catastrófico .

Este ha sido un golpe, sino demoledor, muy duro para los sueños y esperanzas de decenas de países y millones de personas que apostaron a que una de las enseñanzas de la pandemia sería que los líderes del mundo pondrían por delante el interés general de la humanidad, por encima de las ambiciones particulares de ciertas empresas que influyen en las economías de sus países.

La reacciones de los activistas climáticos no se han hecho esperar, yendo desde la firme arenga del Vicepresidente Al Gore, fundador de la organización Climate Reality: «En última instancia, el resultado de la COP 26 nos muestra que nunca ha sido más importante que nuestros líderes rindan cuentas de sus palabras y promesas. Los defensores de la acción climática no pueden, y no deben, ceder.» declaró Gore.

Bajo ánimos más caldeados se manifestó  Greta Thunberg, que a sus 18 años lidera el movimiento climático juvenil «Fridays for future» y que declaró vía Twitter: «Ahora que #COP26 está llegando a su fin, tenga cuidado con un tsunami de lavado verde y giro mediático para enmarcar de alguna manera el resultado como «bueno», «progreso», «esperanzador» o «un paso en la dirección correcta».

¿Pero acaso significa esto que se desmerita la importancia de esta «Conferencia de las Partes» que cada año reúne a los líderes mundiales para discutir sobre el clima (vale decir, el futuro de la humanidad)?

¡De ningún modo! Pues aún a sabiendas de que las decisiones que se adoptan allí no son vinculantes ni siquiera para los firmantes, la COP representa un esfuerzo sostenido y constante en la búsqueda por evitar que la temperatura del planeta se eleve más allá de los 1.5 grados establecidos como «barrera imaginaria» de un punto que, si es sobrepasado, traería consecuencias insospechadas y desastrosas para la mayoría de los países.

Es por ello que muchos han señalado la necesidad de que los países más poderosos (principales emisores de los gases de efecto invernadero) vuelquen su mirada hasta las decenas de Estados vulnerables que conviven bajo el altísimo riesgo de perderlo todo, ¡todo!.

De hecho, desde la Fundación Acción Verde estamos sugiriendo al gobierno Dominicano que solicite la sede de la COP30, que se celebraría en Latinoamérica en el año 2025, cuyo principal impacto sería que estos tomadores de decisión pongan sus pies sobre uno de los territorios considerados entre los más vulnerables a la crisis del clima.

En la pasada COP 26, República Dominicana estuvo representada, además del ministro Orlando Jorge Mera y Max Puig del Consejo de Cambio Climático, por una nutrida delegación entre los que se encontraban técnicos de altísima capacidad como la viceministra Milagros de Camps y la Directora de Cambio Climático, Nataly Flores, una profesional de vasta experiencia en este tipo de cumbres.

Una de las promesas que se han enarbolado en beneficio de países como el nuestro tienen que ver con la posibilidad de incrementar el financiamiento de proyectos de adaptación y mitigación, una ventanilla que hasta ahora ha recibido un flujo muy tímido de parte  de los organismos de cooperación y las naciones industrializadas.

Queda seguir empujando, seguir impulsando, seguir batallando, impulsar «la ambición de la esperanza» como lo expresara  el activista climático de 11 años, Francisco Vera, al cierre de la cumbre: «Aunque los tomadores de decisiones y los gobiernos defrauden a la ciudadanía al no tener metas ambiciosas y eficientes que permitan realmente frenar el ritmo al que se está calentando el #Planeta, aunque las voces de quienes padecen la injusticia climática y la injusticia social a veces no sean escuchadas, aún tenemos que seguir exigiendo, movilizándonos, juntándonos como un pueblo sin fronteras, con #ecoesperanza y decisión…»

Nelson Bautista