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Ballenas jorobadas vuelven a hacer su aporte a la economía de la costa Norte

ballenas_2feb2014Las ballenas jorobadas vuelven a las cálidas aguas que les pertenecen en la Bahía de Samaná. Dueñas de un mundo marino que va más allá de cualquier frontera geográfica, regresan cada año para aparearse o parir y amamantar a sus crías. Sin saberlo, contribuyen a dinamizar la economía en la costa norte y traen alegría a cientos de personas que se ganan el sustento con la actividad turística.

Miguel Arcángel Eusebio, de 75 años de edad, acomoda su voz a las notas musicales que roba con sus dedos a la guitarra. Interpreta una canción alegórica a la presencia de las ballenas. Sentado en una silla apela con la mirada a la generosidad de los turistas que llegan a Cayo Levantado después de la travesía de avistamiento.

Conocido en la zona como “Miguel de la Bahía” (http://bit.ly/1bps4pn), no se hace de rogar para levantar su voz de juglar: “Cuando viene la ballena…. aquí en Samaná… la cosa se pone buena… cuando llega el mes… para mirara esa linda ballena”.

El Ministerio de Medio Ambiente estima que el año pasado 35 mil turistas nacionales y extranjeros acudieron a la Bahía de Samaná para participar en expediciones de avistamiento de ballenas jorobadas.

“Esperamos esta ocasión recibir mucho más de los 35 mil turistas que visitaron la zona el año pasado con el propósito de observar a las ballenas jorobadas. Esto significará un gran dinamismo económico en el Nordeste de la República Dominicana”, dice el ministro Bautista Rojas Gómez, quien acompañó a un grupo de periodistas de medios locales y extranjeros en una de las expediciones.

Varias instituciones trabajan con Medio Ambiente en el programa de observación de las ballenas que debe cumplir una serie de reglas de seguridad orientadas a evitar que los animales se estresen o resulten lesionados por alguna embarcación.

El biólogo Peter Sánchez, administrador del Santuario de Mamíferos Marinos de Samaná, conformado por unos 32,913 kilómetros cuadrados de los bancos de la Navidad y de la Plata, estima que la temporada de avistamiento, que inicia el 15 de enero y concluye el 30 de marzo, mueve entre cinco y siete millones de dólares en la zona de Samaná.

“En Samaná operan 46 embarcaciones autorizadas por el Ministerio de Medio Ambiente, las cuales pertenecen a 27 compañías diferentes”, dice.

En el Banco de la Plata operan además tres compañías extranjeras (Turks and Caicos Aggressor, Aquatic Adventures y Conscious Breath Adventures) que realizan el tipo de observación conocida comosoft-in-water encounter, que permite a los excursionistas permanecer en una embarcación en alta mar durante una semana. En ese tiempo pueden nadar en la zona de desplazamiento de la ballena con chapaletas, escafandra y snorkel.

Las embarcaciones parten de Puerto Plata. Peter Sánchez estima que cada año una 500 personas participan en las excursiones que cuestan alrededor de unos tres mil dólares (RD$129,000) por personas.

Por lo general, los participantes son investigadores, turistas extranjeros, becados y fotógrafos profesionales que quieren tener un contacto más cercano con los grandes cetáceos que cada año vienen a las aguas cálidas de la región, procedentes de la zona de Maine y Nova Scotia.

La ballena Jorobada (Megapteranovaengliae) adulta puede medir 16 metros y pesar unas 40 toneladas, recuerda la veterinaria Ileana González a los periodistas invitados por el Ministerio de Medio Ambiente. Sus crías nacen después de un período de entre once y doce meses y miden al nacer unos 12 pies, con un peso de entre 2 y 3 mil libras, consumen 50 galanos de leche por día y pueden aumentar cien libras a diario, añade.

Pero la ballena que aparece roba la atención de su público. Escoltada por un ballenato, la enormeballena se desplaza con soltura por las aguas turbulentas de la Bahía de Samaná. En medio de la tarde nublada por la lluvia de febrero se muestran como un canto a la vida y a la inmensidad del planeta que las acoge. Los flashes recogen sus momentos en la superficie.

Una vez concluido el tiempo reglamentario (ninguna embarcación puede seguir más de 40 minutos de cerca una actividad de ballenas) el pequeño catamarán se enrumba hacia Cayo Levantado.En la isla los excursionistas pueden almorzar por unos RD$350 y bañarse en la playa.

Llegar a la isla en bote cuesta unos RD$1,200 por persona e incluye el tour de avistamiento de ballena. Pequeños negocios de venta comida, bebidas alcohólicas, prendas y objetos de recuerdo movilizan una pequeña economía que sirve de sustento a decenas de personas.

Miguel de la Bahía se beneficia de esta actividad turística. Asegura que llegó a los 18 años de edad a la Samaná cargadas de cocoteros. Ahora tiene 75 y, mientras espera los frutos de la tierra que cultiva, durante la temporada de observación de ballenas acude a Cayo Levantado a regalar el arte que corre por sus venas, a cambio de una propina.

No es pidiendo que ´toy…. es cantando…”, recita al compás de la música de su guitarra.“Mi pueblo tiene tantas cosas buenas…” (y sigue cantando, cantando aSamaná y sus ballenas).

Por: Panky Corcino

Vía: http://www.acento.com.do/