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Verde que te quiero verde

La naturaleza está en peligro, porque mujeres y hombres la agreden por doquier. Verde que te quiero verde/Verde viento. Verdes ramas/El barco sobre la mar/y el caballo en la montaña/, palabras del Romancero Gitano que dejó para la cultura hispana el poeta español Federico García Lorca desde el año 1924.

Ya estamos en la penúltima fase del proceso escolar, las pruebas finales, el pase de un nivel a otro en el curso y hasta para terminar los estudios. Se trata de concluir el proceso escolar y empezar a preocuparse por vivir, ganar dinero, trabajando con responsabilidad. Es un proceso complejo. Quizás ahí se encuentre la esencia de la prestación del servicio social previsto para jóvenes de las universidades. En esta etapa de proyectos futuros, casi siempre se piensa en laborar en instituciones estatales, educacionales, en producción tecnológica, cibernética, electrónica, petroquímica y hasta la prestación de servicios en el turismo. 

La tierra no es un asunto a tener en cuenta. De la producción agrícola o veterinaria, muy poco, se habla, aunque sea una lástima porque seguimos comiendo de la granja. Son varios asuntos: por una parte la incorporación a la vida laboral de mujeres y hombres muy jóvenes, por la otra, la protección y enriquecimiento del medio ambiente.

Mientras que la igualdad de posibilidades de empleo es una lucha a mantener para quienes se gradúan, aparecen diversas opciones proporcionadas por las nuevas tecnologías. La naturaleza continua olvidada, en los análisis reales de cómo protegerla. Juntos, damas y caballeros la agreden y juntos, como víctimas, padecen de sus desastres, desforestaciones, terremotos, maremotos o contaminación. 

Quedaron atrás las acciones estudiantiles protegidas por el profesorado hasta reciclando los desechos. Ahora, cada cual, deberá insertarse en un mundo donde la responsabilidad individual tiene un rol esencial y trascendente. 

La integración a los centros laborales no es llevar las características estudiantiles a la disciplina de cada centro. Es incorporarse, atendiendo al orden, ajustarse a las condiciones que reclama la función laboral, sin paternalismo ni exclusiones.

Con la sombra en la cintura/ella sueña en su baranda/verde carne, pelo verde/con ojos de fría plata/, continua el verso gitano, y aparecen las supuestas diferencias. Ella ya no sueña en la baranda, ella al igual que su par masculino, tiene la responsabilidad común de respetar la naturaleza, de incorporarse con disciplina para alcanzar el futuro laboral por el cual estudió y logró las altas calificaciones.

Recuerdo las valoraciones de la maestra mexicana Marcela Lagarde cuando señala que “el desarrollo humano con perspectiva de género abre la posibilidad de trazar, en la vida misma aquello que figura en el imaginario, en el paradigma, como el bienestar y la vida buena….esa vida buena que recorra caminos para conformar la igualdad (de oportunidades) entre mujeres y hombres…”

Se trata de transversalizar, es decir cruzar como cuchillo en mantequilla, el enfoque de género, en cualquiera de los temas que afecta a la sociedad: integración de estudiantes al empleo, el cuidado de la naturaleza, el desarrollo sostenible con inteligencia y precisión humanas.

Verde que te quiero verde./Bajo la luna gitana,/las cosas le están mirando/y ella no puede mirarlas./ Los necesarios cambios serán consecuencia de nuestro presente, nadie lo duda, pero la educación debe ampliar sus acciones efectivas para poder vivir y observarlas a plenitud desde todas las miradas: masculinas y femeninas.

Por: Teresa Valdés Betancourt
Dominicano Hoy