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Una nueva amenaza surge para el pez loro

Desde 2017, en República Dominicana las 12 especies de pez loro han tenido una prohibición total de su captura.

Pez loro a la venta en Cabrera, durante plena veda en 2017. (Marvin del Cid / Archivo)

Por: Jake Kheel

La semana pasada, el presidente Luis Abinader redujo esa protección de 12 meses a solamente cuatro meses al año, de septiembre 1 al 31 de diciembre, a través de decreto presidencial 326-21. Al eliminar la mayor parte del periodo de veda, ya se ha documentado un aumento preocupante en la captura de esa especie y su disponibilidad en el mercado local.

La reciente decisión ha generado polémica, pero la veda de pez loro (también conocido como “cotorra” o “butú”), ha generado controversia desde su inicio.

Del lado de las pescaderías y pescadores se alega que la medida les ha causado daño severo económico sin ofrecer ninguna alternativa de vida. Sienten que es una medida que se implementa de forma arbitraria y que se está valorando la vida de un pez por encima de los pescadores.

De lado de los conservacionistas, critican la poca efectividad de la implementación de la veda. Mientras se ofrece cotorra abiertamente en las playas y pescaderías del país, consideran como una veda en nombre solamente. Alegan que no existe una vigilancia consistente ni consecuencias por violaciones. Peor, la medida solo castiga a pescadores de pocos recursos, pero no aplica a comerciantes con dinero y acceso al poder.

Incluso, la veda se ha generado desacuerdos entre las mismas autoridades implicadas en su implementación. El Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura (CODOPESCA), la institución responsable de regular la pesca a nivel nacional, acusa al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de no haberles consultado sobre la veda original en 2017. Mas reciente, Medio Ambiente cuestiona el criterio científico que se utilizó para determinar el nuevo periodo de veda, además de la confusión generada con el lenguaje opaco usado en el decreto nuevo.

¿Cómo es posible que una medida tan bien intencionada ha generado tanta desilusión entre los diferentes actores relacionados al tema? Más importante, ¿qué se puede hacer para rectificar la situación?

Algunas recomendaciones son:

  1. Nombrar el pez loro como patrimonio nacional

El pez loro tiene un valor económico y ecológico más alto vivo, que frito. Los estudios científicos dejan poca duda sobre eso. Está comprobado que los países con poblaciones saludables del pez loro (y otras especies herbívoros arrecifales) tienen los arrecifes de coral más saludables del Caribe.

Esa no es una coincidencia. Al ingerir algas de los arrecifes, los peces loro limpian el arrecife, lo cual beneficia los corales. El pez loro además produce la arena blanca de las playas de la región. Se estima que un pez loro adulto defeca alrededor de 200 libras de arena blanca al año. El pez loro es también un recurso importante para turistas. Las encuestas revelan que peces de colores brillantes son el principal atractivo para turistas recreativas de snorkel y buceo.

Considerando que los arrecifes de coral generan un estimado de $3 mil millones de dólares anualmente en turismo, el pez loro vale oro a la economía de la República Dominicana. Deben tratarlo así.

  1. Priorizar la conservación del pez loro sobre su explotación.

Parte del problema de la veda de pez loro es la confusión existencial que ha existido entre las dos entidades que simultáneamente son responsables de la veda, pero con misiones muy distintas.

CODOPESCA, como parte del Ministerio de Agricultura, tiene la misión de crear un sistema pesquero sostenible y supervisar “las actividades de explotación de los recursos pesqueros y acuícolas”. Su objetivo, al final, es extractivo.

Medio Ambiente, por su lado, promueve “las actividades de preservación, protección, restauración y uso sostenible” de los recursos naturales. Su objetivo principal es elaborar políticas de protección, no de explotación, ambiental.

Para que la veda de pez loro funcione, no puede haber dos capitanes del mismo barco. Hay un dicho, “un camello es un caballo diseñado por una comisión». Si el objetivo es tener poblaciones vibrantes de especies herbívoros, la entidad líder a cargo del manejo de sus poblaciones a nivel nacional debe tener una misión de conservación. No significa que no debe haber coordinaciones y apoyo intra-institucional, pero al encargar al Ministerio Medio Ambiente como responsable del manejo de las poblaciones de pez loro, se priorizará su conservación sobre su extracción.

  1. Crear alternativas de vida para los pescadores

A pesar de sus contribuciones positivas al medio ambiente, la implementación de límites de explotación pesquera, como las vedas, crean un desafío económico para los miles de pescadores artesanales que dependen de la pesca para su sustento. Se estima en ciertas zonas del país que entre un 40 y un 60% de la captura local es de pez loro. Si la veda de esa especie va a ser efectiva, es necesario impulsar alternativas de vida digna para esos pescadores.

Recientemente el Ministerio de Turismo anunció la creación del Fondo para la Mitigación del Sargazo en las playas del país. Los sargazos han tenido un impacto devastador en el turismo. Con ese fondo se deben emplear miles de pescadores para recolectar sargazos, construir e instalar barreras anti-sargazos, y crear una defensa para proteger las playas del país. En vez de depender únicamente de la pesca, pueden diversificar su portafolio de servicios para aportar al turismo.

Nuestra experiencia en Grupo Puntacana (GPC) puede ser ilustrativa para otras regiones del país. La comunidad local de pescadores en Punta Cana ha sido imprescindible en la fabricación, instalación y mantenimiento de las barreras flotantes que han protegido nuestras costas durante los últimos años. Ahora estamos probando unos equipos de recolección de sargazos a pequeña escala, que se pueden amarrar a las yolas de pescadores locales. En el este, la Asociación de Artesanos y Servicios Marítimos (ARSEMAR) se ha convertido en experta en el manejo de sargazo. Defender la playa es su negocio.

Nuestra lección más importante es la necesidad de complementar los límites de explotación pesquera con la creación de nuevas oportunidades para la comunidad de pescadores y sus familias.

  1. Recuperar Poblaciones de Especies Comerciales

En la República Dominicana, los peces loro son cada día más escasos, pero no es la única especie que ha disminuido. La pesca artesanal con arpón y el uso de compresores han disminuido drásticamente la población de peces marinos típicamente consumidos, como los meros y pargos. Mientras sus opciones de pesca tradicionales disminuyen, los pescadores reemplazan los peces de más alta “categoría” (valor económico) por categorías de pez más bajas (menos valor económico), como el pez loro.

Para recuperar el pez loro, se necesita reestablecer poblaciones de otros peces comercialmente viables. Las zonas de no-pesca, o “refugios pesqueros”, representan la forma más efectiva de aumentar poblaciones de múltiples especies a la vez, creando núcleos de reproducción que ayudan a restaurar poblaciones de peces, como pargos y meros.

En conclusión, la República Dominicana ha sido líder y pionera al crear la primera veda de pez loro en la región. Aunque durante casi cuatro años su implementación ha tenido deficiencias, no quita el mérito de la iniciativa. Con una recalibración de la veda, el país tiene una gran oportunidad de crear nuevas oportunidades para pescadores mientras prioriza el turismo y la protección de sus arrecifes de coral y playas. Ahora es el momento de mejorar la veda de pez loro, no de debilitarla.

Diario Libre