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Un corredor ecológico entre montañas, pinares y ríos

 

eleuterio-martinez-miniEn toda la Creación o más bien, sobre el planeta Tierra, no existe un elemento paisajístico más grandilocuente e impresionante que una montaña.

Los especialistas en ecoturismo coinciden en que la tierra ofrece más que el mar, para quienes desean conocer y disfrutar de las riquezas y espresiones naturales. Se trata de los dos extremos que nos colocan ante la faz de la existencia.
 

Mientras la tierra se adorna con todas las excentricidades: cordilleras y llanuras, sierras, valles, montañas, mesetas, picos, colinas, cañones, cuencas, laderas, piedemontes, bosques, sabanas, ríos, lagos, arroyos, lagunas, caños, humedales, caducifolias, coníferas, desiertos, aves y reptiles, mamíferos y anfibios.

El mar se viste con toda la armonía, la serenidad y la paz que se desprende desde el Absoluto, cubriendo con un manto de agua las maravillas que atesora. 
Todavía el océano insiste en reflejar la paciencia eterna en su rostro y en esconder sus tesoros y riquezas en sus entrañas. Los ojos humanos no bastan para contemplarlas y por lo tanto, tenemos que auxiliarnos de lentes y cámaras especiales, si queremos disfrutarlas.

Sin embargo, la tierra (siendo más jóven que el mar si nos atenemos a las Sagradas Escrituras), se desnuda sin rubor ante nuestras miradas. Para comprender mejor este misterio es preciso escalar las altas montañas para luego descender por la respuesta hasta los fondos submarinos. 
Es interesante que sea el ‘‘presidente de la República’’ quien se esmere en crear los mecanismos para que los dominicanos, aglomerados en masas frente a las costas o a la orilla del mar, podamos elevarnos hasta las cumbres para vislumbrar desde lo más alto, el horizonte de nuestro porvenir. El ‘‘corredor ecológico’’ que creará Hipólito Mejía, se internará en el mismo corazón de la Cordillera Central, partiendo desde el inmenso ‘‘Valle de la Vega Real’’ para unir tres ciudades, atravesar tres cadenas de montañas, cruzar por cinco ríos e invadir el territorio de cuatro grandes cuencas hidrográficas y concluir en el valle intramontano de Constanza. ¿Qué hay de valor en el trayecto?

¡Espere y le cuento! 

Independientemente de los atributos y valores que describiremos a continuación, el ‘‘corredor ecológico La Vega – Jarabacoa – Constanza’’ tiene el mérito de que, quien lo propone, es un técnico, un amante de la naturaleza y, como si todo eso fuera poco, también es el ‘‘presidente constitucional de la República Domininicana’’. Y así es, pues ¿quién puede dudar que Hipólito Mejía es un hombre de campo?, y además que conoce a Jarabacoa, tanto como cualquier nacido en la ‘‘eterna primavera’’, donde ha ejercido exitosamente como horticultor y floricultor. 
Eso significa que desde antes de llegar a ser el primer mandatario de la nación, debió haber recorrido una y otra vez estas estribaciones cordilleranas, disfrutado una y otra vez de sus encantos y haber acariciado la idea de algún día tener la oportunidad de garantizar su integridad, su protección y dejarla como un legado a las generaciones venideras. A lo mejor fueron estas las razones por las cuales aprovechó esta oportunidad para expresar a viva voz lo que traía desde lejos, desde joven quizás. ¿Y qué fue lo que le llamó tan poderosamente la atención al señor presidente?

La senda cordillerana

La ruta que seguirá el ‘‘corredor ecológico’’, será la siguiente: 
1.- El punto de partida coincide con la intecepción entre la Autopista Duarte y la carretera que conduce a Jarabacoa, cuatro kilómetros al oeste de La Vega, dirigiéndose hacia el Sur hasta tocar la ribera occidental del río Camú, cuyo curso se sigue en la misma dirección pero a contracorriente hasta llegar a Bayacanes, uno de los balnearios más atractivo y famoso del Cibao Central, ubicado justamente donde este río hace confluencia con el Yamí, su principal tributario. 
2.- A partir de este punto se comienza a ascender por una de las cuestas más peligrosas del país, caracterizada por numerosas curvas o sinuosidades que no terminan hasta haber alcanzado las cumbres del primer maciso montañoso cordillerano. El peligro se sortea facilmente porque la carretera está en muy buenas condiciones (aunque sin suficiente señalización) y el temor pronto se cambia por la sensación agradable que transmiten los pinares y bosques mixtos que cubren las laderas que definen el cauce del río Camú. La brisa fresca y la armonía de las montañas rápidamente transportan al viajante a un mundo distinto, a escenarios propios de países templados. 
3.- Ya en las alturas se puede apreciar las residencias campestres o veraniegas de quienes se creen vivir en ‘‘Los Alpes’’ europeos o las regiones andinas suramericanas, así como los conjuntos de viviendas construídas por el Estado Dominicano (abandonadas o sub-utilizadas en el mejor de los casos), clubes privados y el Hotel Montaña, antigua residencia del ‘‘Jefe’’ y que en lo adelante funcionará como escuela de entrenamiento al servicio de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Al Este pasa el río Camú, con pequeñas manchas de ‘‘vegetación de serpentina’’ (como si se tratase del bosque seco), pero dominado por los pinares y coronado por la Loma de Guiaguí al otro lado. 
4.- En sentido contrario, es decir, hacia el Oeste, se puede apreciar uno de los paisajes más hermosos de nuestras montañas y creo que el señor Moya Pons (Secretario de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales), no me desmentiría porque de seguro se ha deleitado en múltiples ocasiones al apreciar la lozanía de los pinares que desienden hasta el río Yamí, para luego volver a elevarse por las colinas y montañaas que separan este río del Yaque del Norte. Siguiendo la ruta se pasa por Buena Vista y la entrada hacia Piedra Blanca antes de llegar al río Jimenoa que le da la bienvenida a todo el que llega a jerabacoa, donde nunca pasa la primavera.

La eterna primavera
5.- Una vez allí, el visitante tiene mil opciones para recrearse y divertirse sanamente, comenzando por el balneario de ‘‘La Confluencia’’, donde el jimenoa se funde con el Yaque del Norte para no separarse jamás. Pero también está la ruta hacia Manabao, La Ciénega, Los Tablones y el Parque Nacional Armando Bermúdez o la vía rural que conduce hacia Franco Bidó y Juncalito, atravesando montañas y ríos que como por encanto se desgranan de las cumbres cordilleranas. Subir al ‘‘Mogote’’ es una tentación y una obseción que se apodera de todo amante de la naturaleza, pues la sensación de triunfo y realización que experimenta quien logra escalar estas alturas, es algo realmente inenarrable.

El balneario del ‘‘Salto de Bahiguate’’, los rápidos del Yaque del Norte que se han convertido en las delicias de quienes disfrutan de los deportes de aventura y un largo etcétera que necesitaría de varias entregas como esta para describirlas. 
6.- De Jarabacoa el corredor ecológico se dirige hacia las montañas que bordean la margen occidental del río Jimenoa en la ruta hacia Constanza. La primera estación de importancia se da justamente a la altura del ‘‘Salto de Jimenoa’’, quien por si solo es un espectáculo digno de disfrutar a plenitud desde el camino, pero que resulta mucho más gratificante si se desciende y se le observa de cerca o se corona con un ‘‘chapuzón’’, para proseguir hacia las alturas y entre pinares, hasta llegar a Paso Bajito. 
7.- Estas regiones cordilleranas son tan singulares y delicadas que cualquiera se hala los dedos para ver si realmente está despierto, pues Paso Bajito está justamente en el parte-aguas o la divisoria topográfica entre los ríos Jimenoa y Bahiguate, donde los pinares se adueñan del entorno. Hacia el Este se observan las montañas de La Sal y La Golondrina, donde se encuentra la ‘‘Reserva Científica de bano Verde’’ y al Oeste se divisa unas veces con entera claridad el pico de el ‘‘Mogote’’ y otras veces, enrarecido por las nubes, las montañas que preceden la Ciénega de los Bermudez, Alto del Rayo, La Rusilla y el Pico Duarte.

Otro corredor ecológico

8.- Después de salvar trescientas cincuenta curvas (y no crea que exageramos, pues ninguna otra carretera del país tiene más curvas que esta), cuando la cabeza le da vueltas y no sabe si aún la conserva en la parte superior del cuerpo, el visitante llega hasta la comunidad de ‘‘El Río’’, donde se hace contacto con la carretera y a la vez el ‘‘Corredor Ecológico El Abanico – Constanza’’, creado por el Decreto 233-96 del doctor Joaquín Balaguer. Antes de llegar a este punto se pueden apreciar inmensos mantos verdes que se prolongan hasta llegar a las lomas de Casabito y de ‘‘La Calentura’’, prosiguiendo luego hasta las lejanas montañas que culminan en Alto Bandera. 
9.- De aquí se continúa hacia el Oeste, por la margen derecha del río Jimenoa hasta pasar muy cerca de su nacimiento y salvar algunas colinas o montañas bajas para llegar a un vallecito intramontano tan hermoso que parece extraído del Nirvana.

Cubierto por completo de hortalizas y visto por los huecos que dejan los pinares, se extiende como una sábana de lechugas, repollos, papas y fresas, el valle de Tireo, al cual se arriba más adelante, al cruzar el río que lleva su nombre. Se prosigue hasta cruzar los tres poblados (Tireo Arriba, Al Medio y Abajo). 
10.- Y por fin, se llega al valle de Constanza, el cual exhibe una personalidad propia, con dimensiones reales de un valle intramontano, hermosamente coronado por dos cadenas de montañas y un pico hacia el occidente que contrasta y hasta hiere la sensibilidad del visitante por encontrarse completamente deforestado. Afortunadamente la lozanía del paisaje de la llanura, la paz y la serenidad de los cultivos que, cual alfombra matizada de cultivos y mullidos de casitas turísticas o veraniegas, dan la sensación de haber arribado al otro lado del paraíso. De Constanza se llega a La Culata, a Los Corralitos, a La Neblina, a Palero, a Pinar Bonito, a Pinar Parejo, al Convento, a las Aguas Blancas, a Montellano, a El Castillo, a la Siberia, a Valle Nuevo, a… donde su imaginación lo quiera llevar.

Recursos naturales

Este corredor ecológico que pasa desde el Valle de la Vega Real hasta llegar al mismo centro del corazón de la Cordillera Central, perdón, hasta el ventrículo izquierdo de la caja toráxica de la nación dominicana, es una página viviente de la ecología y la geografía patria. Pues son tantos los elementos que tiene para brindar y deleitar al visitante que no solamente le reconforta el espíritu, sino que le brinda la oportunidad de conocer de cerca las cumbres más elevadas de nuestras cordilleras y los ríos que como arterias fluviales recorren todo el territorio nacional. 
Particularmente este sendero cruza cuatro cuencas hidrografícas, como son del río Camú (que tiene dos en el trayecto: el Camú propiamente y su tributario mayor, río Yamí), la del río Yaque del Norte (con los ríos Jimenoa, Bahiguate y Las Palmas), la del río Yuna (con los ríos Tineo y Blanco) y la del Yaque del Sur (con los ríos Palero, Grande, Pinar Bonito y Yaquecito). De igual manera y a lo largo de su recorrido se pueden apreciar las montañas de Guaiguí, El Puerto, La Sal, La Golondrina, El Mogote, Piquito de Yaque, Pico Duarte, Alto de Rayo, Casabito, La Calentura Loma Azul, Alto Bandera y Alto de la Primera Cañada entre otras.

Por: Eleuterio Martínez 
Publicado originalmente en el Listin Diario