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Para ayudar al planeta, hay que ayudar a los protectores de los bosques

Los líderes mundiales nunca se han tomado más en serio las amenazas al clima y al medio ambiente que en 2021, instados por las protestas pública y la creciente conciencia de que nos acercamos a un momento decisivo en la batalla mundial para abordar el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el riesgo de futuras pandemias.

Los financistas están acordando evaluar el riesgo climático en sus inversiones, Estados Unidos se ha reincorporado al Acuerdo Internacional de París y los líderes políticos a nivel mundial están prometiendo acciones concretas en los próximos eventos climáticos y de biodiversidad, el primero organizado por China en mayo; el segundo, por el Reino Unido en noviembre.

Y, sin embargo, en la búsqueda de estrategias rentables para detener la destrucción del mundo natural hay una solución que hasta ahora no ha sido suficientemente aprovechada: un creciente cuerpo de evidencia sugiere que los pueblos indígenas y las comunidades locales en los países con bosques tropicales representan una estrategia eficaz y asequible para abordar la deforestación y la pérdida de biodiversidad.

Pero, ¿cuán sólida es la evidencia y cuán seguros pueden estar los legisladores de que reforzar los derechos de las comunidades sobre la tierra es una solución climática? Un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC) evidencia incuestionablemente de que lo es.

El informe analiza los hallazgos de 300 trabajos de investigación, revelando por primera vez hasta qué punto la ciencia climática demuestra que el fortalecimiento de los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales sobre los bosques de América Latina tiene efectos positivos. Según el nuevo estudio, reconocer y hacer cumplir los derechos de los pueblos sobre los bosques tropicales que habitan permite conservarlos mejor que prácticamente cualquier otra alternativa.

Los bosques tropicales juegan un papel vital en cualquier escenario para frenar el cambio climático: previenen cambios extremos de temperatura y fomentan las lluvias

Los bosques tropicales juegan un papel vital en cualquier escenario para frenar el cambio climático. Previenen cambios extremos de temperatura y fomentan las lluvias que hacen que las fincas sean más productivas y que además previenen los incendios forestales. Los expertos advierten que perder los bosques podría llevar al Amazonas a un punto de inflexión climático, a medida que se propaguen las sequías y los incendios.

Según el informe, bosques más sanos redundan en una vida vegetal y animal más rica y diversa. Los territorios indígenas de Brasil contienen más especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios que todas las demás áreas protegidas del país. Dos tercios de las especies de vertebrados de Bolivia y el 60% de sus especies de plantas se encuentran en solo dos territorios indígenas: la Tacana y Leco de Apolo.

Entre los pueblos indígenas y las comunidades locales, las prácticas culturales tradicionales han surgido con el tiempo, beneficiando a los miembros de la comunidad, incluidas las mujeres y los jóvenes, y sirviendo como una fuente de estatus, orgullo y bienestar económico. Al estar poderosamente vinculados a sus lugares de origen, estos conocimientos son vitales para apoyar los objetivos globales de conservación.

Otra investigación, incluida en el informe de la FAO y FILAC, analizó áreas de la cuenca del Amazonas entre 2003 y 2016, y reveló que los bosques gestionados por pueblos indígenas habían perdido menos del 0,3% de su carbono. Pero las tierras que no eran áreas indígenas ni protegidas habían perdido el 3,6%. Dichos hallazgos, citados en prácticamente todos los artículos revisados en nuestro estudio, ofrecen una estrategia científicamente probada para los formuladores de políticas y donantes que buscan mitigar el cambio climático, conservar la biodiversidad y fomentar la gestión sostenible de los bosques tropicales.

Una política basada en el reconocimiento formal y la aplicación de los derechos colectivos a la tierra de los pueblos indígenas y las comunidades locales también podría proteger y revitalizar su cultura y conocimientos tradicionales, cuyo valor en la protección de ecosistemas vulnerables recién ahora comienza a tomarse en cuenta. El momento de actuar es ahora.

Las industrias como la minería y el petróleo están impulsando la destrucción de los bosques, así como las invasiones de ganaderos y colonos, que queman y arrasan la tierra

El papel protector de los pueblos indígenas en América Latina está bajo asedio. Entre 2000 y 2016, la superficie de grandes bosques intactos en territorios indígenas se redujo en un 20% en Bolivia, un 30% en Honduras, un 42% en Nicaragua y un 59% en Paraguay. Y en Brasil, de 2016 a 2018, la deforestación aumentó un 150% en los territorios indígenas del país.

Las industrias como la minería y el petróleo están impulsando la destrucción de los bosques, así como las invasiones de ganaderos y colonos, que queman y arrasan la tierra para dar paso al ganado y las cosechas.

Según el informe Los pueblos indígenas y tribales y la gobernanza de los bosques, los pueblos indígenas y las comunidades locales de América Latina cuidan 200 millones de hectáreas de bosque, tierras sobre las que tienen derechos reconocidos. Pero con los bosques cada vez más asediados, y a pesar de la probada eficacia que significa ayudar a estas comunidades al cubrir parte de los costos que implica que sean buenos administradores de los bosques, estos esfuerzos no están siendo suficientemente financiados, lamentablemente.

En un año que ofrece oportunidades sin precedentes para que los líderes mundiales protejan los bosques tropicales como una solución para frenar el cambio climático, la evidencia apunta a un camino claro para lograr ese objetivo en los países de la zona cero. La ciencia es clara: las naciones donantes deben apoyar los esfuerzos de América Latina para reconocer y hacer cumplir los derechos de los pueblos indígenas a sus territorios, al mismo tiempo que invierten en las personas que ya mantienen dichos bosques en pie.

David Kaimowitz es encargado del Mecanismo Forestal y Agrícola de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

elpais.com