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Las Yayitas, un bello salto alimentado por espumosa garganta en Baní

LAS YAYITAS, Baní. Muy oculto entre rocas y añosos árboles, en la confluencia de los ríos Baní y El Maniel, en el lomo de la cordillera Central, en la sección El Rocodo del municipio Baní, provincia Peravia, está localizado el hermoso salto Las Yayitas, con una impresionante garganta de agua que atrae al visitante nacional y extranjero.

En el mapa hidrográfico de los recursos naturales de la región sur, Las Yayitas no tiene parangón. Abre las puertas a la aventura, en uno de los lugares más emblemáticos de la zona.

El salto tiene unos 10 metros de altura y está situado a 22 kilómetros al norte de la histórica provincia de Peravia.

El salto Las Yayitas tiene la particularidad de que, desde su altura, se pueden apreciar los cañones de rocas que lo protegen y el grueso follaje que circundan las cadenas de montañas que forman la cordillera Central.

El balneario es un remanso de paz y tranquilidad dentro de la naturaleza que oferta el sur de la isla La Hispaniola.

La presión del agua en su parte alta te obliga lanzarte o a deslizarte a una hermosa charca de más de 25 metros de ancho, con piso de arena gruesa.

En la parte posterior, arriba, hay una espaciosa charca, donde se reúne el agua del río El Maniel, para caer al cauce del río Baní y hacer de la zona un lugar paradisíaco.

Para llegar al atractivo turístico hay que cruzar cuatro veces, por diversos puntos, el río Baní y caminar más de 70 metros por la casi escarchada zona del cauce del afluente.

Los vehículos se pueden parquear a unos 350 metros en la comunidad de Las Yayitas, sección El Recodo, donde preparan el mabí de limón más sabroso del país.

La visita de turistas y excursionistas ha permitido un mejoramiento en la economía de los lugareños, que se han ido organizando, para proteger y explotar turísticamente el recurso hídrico.

¿Qué llevar?

Una vez se deja el vehículo en la comunidad Las Yayitas, que en un pasado reciente fue centro de acopio de la producción de café, hay que contar con tenis o zapatos que “agarren”, para penetrar al cauce del río.

Contrario a lo que ocurre en otros lugares, los insectos no atacan al visitante. Se recomienda que lleve traje de baño para introducirse en la charca.

Lanzarse desde la altura de la cascada es una aventura. Es un lugar que te permite explorar y entrar en contacto directo con la madre naturaleza.

Los nativos creen que es un lugar “mágico”, que ayudará a mejorar la economía de la empobrecida comunidad de Las Yayitas.

En los extremos sur y este de la cascada hay dos trillos o caminos, que te permiten trepar a la cima, para deslizarte desde el tobogán de rocas o, simplemente, lanzarte a la charca de unos cuatro metros de profundidad.

Los que viajan desde Santo Domingo tienen que penetrar a la zona por una entrada ubicada cerca de la fortaleza de Baní.

La cascada está situada a unos 270 metros de altura sobre el nivel del mar y su garganta de agua termina en el cauce del río Baní.

Para llegar al alto hay necesariamente que hacer un ejercicio en espiral en la cordillera Central. En el camino se pueden observar varios chorros de aguas y riachuelos, circundados por un grueso bosque tropical.

Su nombre hace referencia a la comunidad y a las montañas, cobijadas de frondosos y viejos árboles que abundan en la zona, que van haciendo similitud con la caída de agua.

Es posible recorrer todo el cañón a pie, gracias a la labor que realiza la junta de vecinos de Las Yayitas y el Colectivo Verde, que se formó para proteger el atractivo y los afluentes de la zona.

En Las Yayitas se aprecia una sorprendente variedad de micro ecosistemas y numerosos manantiales.

El tiempo para llegar a la cascada puede ser impredecible para excursionistas y turistas, muchos de los cuales pasan hasta cuatro horas viendo el despliegue de aguas blancas entrelazarse en las rocas de montaña.

¿Cuándo ir?

Aconsejo a quienes buscan conocer este recurso hídrico por excelencia solo hacerlo en tiempo de sol, porque en estación lluviosa es extremadamente difícil llegar al lugar a pie o en vehículos.

Caminar la carretera, que lleva a la cercanía del salto, es como ir elevándose entre el viento y la maleabilidad del bosque que caracteriza la zona.

La carretera configura, en esencia, una serpiente trepando a un árbol, con la particularidad de que no solo sube, sino que va dando vuelta en espiral, para descubrir entre las montañas y el bosque que más adelante espera una gran belleza natural para disfrutar.

La caída del agua a la charca humea y hace más brillante el líquido, que fulgura entre las rocas.

Aquí también se puede pensar en represas para la generación de electricidad.

Este salto es un cuerpo de agua en movimiento que nace en el pico de las montañas de la cordillera Central y termina en el río Bani.

Hay que visitar el atractivo lugar para poder disfrutar el remanso que se extiende sobre la falda de la cordillera Central, donde la naturaleza ha sido generosa, con las serranías tapizadas de verdores, arroyos de aguas cristalinas, saltos y cascadas que corren entre quebradas y el siempre dócil clima.

Toda esta belleza logra convencer a los mortales de que disfruten este privilegiado bosque sureño.

Las Yayitas sencillamente “es un dromedario” cuajado sobre las empinadas montañas de la provincia Peravia.

La profusa vegetación de capá, ceiba, anón, grayumo, javilla, pino teta y caoba no se podrá exterminar, por ahora, pese a la depredación del bosque, que de manera silente se lleva a cabo en la zona.

El trayecto parece agotador, pero inusitado, con senderos que suben, bajan y giran, pero cada quebrada va diciendo que hay un lugar seguro donde el deleite te espera y atrapará y no querrás salir jamás.

Aquí se puede “truquear” el paisaje con el cansancio, por los beneficios que deja sentarse sobre las rocas que encierran ollas de agua y el flamante cauce descubierto por cada visitante, que define el líquido como puro, mucho más que en ninguna otra zona.

Al entrar al cauce se advierte que se llega a un lugar franco y a una naturaleza de ensueño.

Es verdad que Las Yayitas hace honor a su nombre. Al llegar se da uno cuenta de que en el camino se ha dicho y hablado de todo, pero cuando se está frente a la caída de agua, las conversaciones son otras. Fluyen y giran en torno a la belleza de la charca y a la exuberante y espesa vegetación que apremia y adelanta la alegría del visitante.

Fauna y flora

Sentado sobre las rocas o extasiado en las cristalinas y frías aguas, podrás escuchar los sonidos de aves como el pájaro bobo, el ruiseñor, el colí y la cigua palmera.

En la zona se puede avistar el guaraguao y la cigua Madame Sagá. En las alturas, cerca del cielo azul, que se visualiza desde la charca, en ocasiones se puede ver sobrevolar al guaraguao, haciendo visaje por una presa del bosque.

Arsenio Peguero, presidente de la junta de vecinos, es quien se encarga de llevar a la cascada a turistas y visitantes, permitiendo que al final de la jornada puedan disfrutar de comilonas de chivos, cerdos y gallinas criollas o de comidas caseras con varias viandas o víveres y frutas que se producen en la zona.

Por Manuel Antonio Vega
Diario Libre