¿La tendencia de conservación ha cambiado en los últimos años?

Hace poco llevamos a cabo un análisis sobre la evolución de las amenazas sobre las dunas costeras que ocurren a escala global. Este desveló que la situación no ha cambiado de forma sustancial en los últimos 50 años. El impacto humano directo e indirecto es la causa de la degradación y desaparición de las dunas costeras en la práctica totalidad de los casos, en todo el planeta. El margen de afección natural es mínimo.

¿Cuáles son las soluciones que proponen?

En el caso de nuestras costas, la asociación del recurso playa con la rentabilidad económica no ayuda a la conservación de sus elementos y funciones. Es necesario que se haga un esfuerzo real en el diseño y regulación de infraestructuras y en el uso respetuoso con el medio natural y sus componentes que, al fin y al cabo, nos benefician a todos.

¿Qué futuro les augura entonces?

Es verdaderamente incierto. Si bien es verdad que a estas alturas tenemos poco margen de maniobra, yo espero sinceramente que todo este interés se materialice en acciones concretas, efectivas y duraderas, o perderemos una parte irrecuperable de nuestro patrimonio natural.

¿Qué podemos hacer nosotros para no fomentar esa degradación?

Te diría que comprar móviles y textil menos a menudo, o elegir comprar productos locales o no envasados. No estoy hablando de economía, simplemente de ecología. En el ámbito de la conservación, en general, la concienciación debe hacer ver que el medio natural y los recursos que nos regala son un patrimonio del que poder disfrutar, pero al que a la vez que hay que cuidar. Igual que nuestra propia casa (que lo es).

En la práctica, ¿en qué se traduce?

Desde respetar la flora y la fauna, a no recolectar ni salir de los caminos, no arrojar basura ni desperdicios. En el caso de las dunas costeras, el no transitar por las arenas es una de las formas que mejor evita su degradación. Sin embargo, aprender y hacer ver a las generaciones que nos siguen la importancia de la responsabilidad para con nuestro medio natural quizá sea de lo más relevante para su persistencia.

Además de no dañar directamente el patrimonio, es posible tomar decisiones particulares de uso, consumo, compra y adquisición de productos que minimicen la contribución a macroproblemas como el cambio climático o el desarrollo turístico desacerbado. Simplemente se trata que de saber elegir.

¿Qué les diría a las personas que están desconectadas del medio natural o que no les importa en absoluto estos problemas?

Es posible que a diferentes sectores de la población no les importe mucho que desaparezcan de la faz de la Tierra seres que han evolucionado y se han adaptado al medio y al resto de especies a lo largo de miles de años. Puede que, principalmente, porque ni siquiera se las hemos presentado, y desconocen su potencialidad de muchas de estas ellas, por ejemplo, para generar nuevos fármacos en la lucha contra enfermedades como el cáncer. Sin embargo, quizá sí les importe que su pozo se salinice, o que un episodio erosivo desmonte edificaciones o el mismo paseo marítimo de su ciudad, con los consiguientes gastos no planificados, y más en el actual contexto de encarecimiento de la vida.

A todos nos afecta en mayor o menor medida

Si somos conscientes del precio individual que pagaremos por el modelo actual de usos y consumo, quizá aceptemos con más facilidad ciertas decisiones. Sabemos que afectarán directamente a algunas de las numerosas comodidades no vitales, pero indirectamente son altamente dañinas para la humanidad a corto, medio y largo plazo. La población general necesita un mejor acercamiento al trabajo que se hace desde el ámbito científico, así como un mayor compromiso por parte de la esfera política.

Ha participado en el seguimiento de nueve años de una planta costera en peligro de extinción parecida a una amapola. ¿Cómo les afecta a estas especies la urbanización?

La adormidera marítima (Glaucium flavum) es un tipo de amapola con grandes flores amarillas que vive en ecosistemas costeros, desde playas arenosas hasta acantilados, muy llamativa de ver en su entorno cuando florece.

Estudiamos las poblaciones andaluzas desde 2007 y hemos podido comprobar cómo muchas de estas poblaciones han decrecido en apenas una década, partiendo de una situación que ya resultaba preocupante. Estos efectos se han relacionado con la afluencia y tránsito de bañistas, así como a los cambios en las propiedades físico-químicas del suelo por la invasión de la uña de gato (Carpobrotus edulis). De las analizadas, la única población que ha mantenido su estado de conservación ha resultado aquella localizada sobre un estrato rocoso, en un pequeño acantilado, poco accesible para el paso de los bañistas.

¿Por qué escogieron esta planta con flor para el seguimiento?

Realmente Glacium flavum es solo un ejemplo de la situación de muchas especies propias de los ecosistemas costeros, y, en particular, del sistema playa-duna, que están corriendo la misma suerte debido al impacto humano sobre sus hábitats, principalmente el asociado al uso turístico poco ordenado —desde el punto de vista de la conservación— que se hace en la costa.

¿Cuál es su estado de conservación actual?

La adormidera marítima sufre un proceso de declive que se ha acelerado en los últimos años. Presente en varios catálogos regionales de especies amenazadas, G. flavum ya se ha declarado extinta en algunas de estas localizaciones, y el número de individuos reproductores está disminuyendo a globalmente.

Si bien hemos recibido material de otras localizaciones en el mundo —Grecia, Suecia y Reino Unido— para continuar con los estudios acerca de su plasticidad y resiliencia, la progresiva desaparición de la especie en las costas españolas resulta una llamativa pérdida de su acervo genético.

¿Se está haciendo algo?

En la actualidad, muchas de las políticas de conservación que se aplican a escala territorial se apoyan en la información ya existente. Debemos tener en cuenta que, según el caso, los datos que se manejan pueden ser incompletos o poco actualizados. Esto resulta común cuando las especies son difíciles de monitorizar o poco conocidas, como ocurre con los invertebrados, por lo que los estudios específicos e in situ siguen siendo primordiales.

¿Qué plantas invasoras son las más dañinas para las costas?

Cualquier especie vegetal que se expanda con relativa rapidez y compita bien con las autóctonas resulta una amenaza. Las especies vegetales propias de las dunas presentan múltiples mecanismos que les permiten sobrevivir, pero son en general malas competidoras.

Durante mucho tiempo en España la uña de gato (Carpobrotus edulis) ha sido y sigue siendo un importante problema, pero hay una larga lista de especies exóticas que afectan a las dunas en nuestras costas. También el caso de la tendencia actual a introducir césped en algunas zonas de playa.

Hace poco supimos de la preocupante situación de Doñana. ¿Ocurre lo mismo con los ecosistemas de las marismas?

En el caso de especies invasoras por ejemplo, la Spartina densiflora —originaria del sur del continente americano— forma praderas monoespecíficas en las marismas de Odiel [Huelva], donde ocupa áreas de marisma media y alta que la especie nativa, Spartina maritima, es incapaz de colonizar. Además, las plantas hibridan con cierta facilidad, y aquí ya hemos encontrado hace unos años un nuevo híbrido de S. maritima y S. densiflora, que podrá tener facilidad para ocupar el espacio, entrar en zonas de nicho de S. maritima y acabar por desplazarla.

¿Qué contaminantes están más presentes en estos ecosistemas?

Las marismas se desarrollan en la confluencia de los ríos con el mar y recogen todo el material de sedimento fino resultante del transporte fluvial, son las receptoras de toda la contaminación que transportan los ríos. Están los vertidos directos por accidentes como toda la contaminación difusa de la actividad humana, agrícola y ganadera; y los agroquímicos. También existen metales pesados, en particular en zonas donde hay o hubo minería aguas arriba, e hidrocarburos procedentes del tráfico marítimo. Todo ello afecta no solo a la macrobiota —los seres vivos que percibimos a simple vista—, sino también de forma notable a la microfauna y, por tanto, a la funcionalidad en red de estos ecosistemas.

¿Cuáles son los problemas que pueden causarnos?

El sustrato fino que presentan las marismas hace que todos estos contaminantes queden atrapados en el suelo. Se liberarán y se extenderán a otros ecosistemas, —incluidos los humanos—, si tenemos problemas de erosión, por ejemplo, por subida del nivel del mar u otros factores antrópicos.