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Consultorio Ecológico

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P. Profesor, ahora que miramos hacia Bahía de las Águilas y apreciamos el valor de las Áreas Protegidas del país para su desarrollo, ¿cuáles serían los aportes de la Vía Panorámica Mirador del Paraíso al futuro turístico de la región Suroeste?

R. Yo estoy completamente convencido de que tan pronto se abran las puertas de Bahía de las Águilas, Pelempito y la Laguna de Oviedo, los Pinares de la Sierra de Baoruco y los Cenotes del Parque Nacional Jaragua; se transformará radical y totalmente el mapa turístico de la República Dominicana y se desmontarán todos los prejuicios, al ver que será el Norte quien deseará parecerse al Sur.
Si Puerto Plata necesitó 35 años, Bayahíbe 25 y Punta Cana 20 para ver definidos los horizontes del turismo internacional, Bahía necesitará menos de una década y me atrevo a apostar que el éxito del Puerto de Cruceros de Bahía Maimón – Puerto Plata, le quedará pequeño, al que veremos en Cabo Rojo para el 2025.

Solo les cuento, la Vía Panorámica Mirador del Paraíso, comenzando por el nombre, es la ruta terrestre más espectacular que tiene República Dominicana. En ningún otro espacio de la geografía nacional usted se mueve, casi deslizándose, entre la montaña y el mar, como ocurre con la vía Barahona – Enriquillo, donde Estela Maris besa eternamente la trompa a la Sierra de Baoruco.

Allí las montañas se levantan como paredes interminables para unir el cielo y el mar, donde es imposible discriminar quién tiene más bellezas o encantos, entre el verde de las faldas, las laderas, el azul intenso del mar del horizonte o las aguas verdiazules del pie de monte, donde el oleaje intermitente diluye las calizas que arrastra el río Nizaíto.

Con justa razón Paraíso es el paraíso, la versión original del Nirvana. Yo he escuchado decir que nadie puede bañarse en un río teniendo el mar de frente y que es casi imposible tener un balneario de agua dulce al lado de una playa. Sin embargo, esa no es sorpresa para quien conoce el río Los Patos y ha refrescado el cuerpo y su alma entre sus aguas benditas.

San Rafael tiene personalidad propia, cuando de recreación se trata y los molinos de viento de Cervantes, en nada se parecen a los de Los Cocos, pero como la imaginación no tiene límites, el desafío está al doblar por Enriquillo.

Por Ing. Eleuterio Martínez