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Desde hace varios años, una preocupante presencia se extiende por el Atlántico casi conectando América con África a través del Atlántico, que desde el espacio se puede observar con claridad como una basta franja marrón que inquieta a tanto los científicos como a los locales.
Fue en mayo del año pasado, que los satélites revelaron 37,5 millones de toneladas de sargazo, una especie de alga parda que forma una cinta continua desde las costas de África Occidental hasta el Golfo de México.
Las algas pardas, conocidas también como sargazo, son comunes en el Atlántico y en los últimos años se han convertido en un problema tanto medioambiental, como social y económico.
El problema es que este Gran Cinturón Atlántico de Sargazos (GASB), como ha sido bautizado, no existía hace 15 años, y no deja de crecer, por lo que se ha convertido en una seria preocupación para los científicos que estudian su evolución. Los expertos documentan el drástico aumento del sargazo, su crecimiento acelerado y la constante ampliación de la franja.
Desde su primera aparición masiva en 2011, el fenómeno ha crecido casi cada año y, en 2025, el GASB alcanzó una longitud récord de 8.850 kilómetros, más del doble del ancho de los Estados Unidos continentales.
Si bien el sargazo tiene un papel importante en el ecosistema oceánico su exceso se convierte en una amenaza y en los últimos años se han ido acumulando en las costas y al descomponerse liberan unos gases tóxicos que son perjudiciales para la salud humana y la biodiversidad.
Se trata de un problema que afecta a nivel internacional y se tiene que buscar solución para ello, por ejemplo, en Brasil han desarrollado unos ladrillos compuestos de algas pardas para la elaboración de materiales cerámicos ligeros destinados a la construcción.
La idea es recoger y reutilizar estas algas para la construcción, como si fueran un ladrillo que destaca por ser una alternativa que reduce el consumo de recursos naturales y aumenta la eficiencia energética. Y ya la están usando en construcción civil para reducir el peso del hormigón, en losas para mejorar el confort térmico e incluso en jardinería.
