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Las líneas rojas de las negociaciones del clima

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PARÍS, FRANCIA. A partir del lunes, 195 países disponen de menos de dos semanas para alcanzar en París un acuerdo mundial capaz de frenar el calentamiento del planeta. Las líneas rojas de los países clave en las negociaciones.

– China: es el primer emisor mundial de gases de efecto invernadero y está expuesto a riesgos climáticos (inundaciones sobre todo) y a enormes fenómenos de contaminación del aire causadas por sus generadoras eléctricas a carbón. Pekín se ha convertido en uno de los motores de la búsqueda de un acuerdo. China aceptó incluso la idea de hacer un balance de acciones por país antes de 2020, fecha de entrada en vigor de un futuro acuerdo. Se opone a una revisión necesariamente al alza de los compromisos de reducción de las emisiones por país. Pekín es renuente a dejarse imponer su participación a la ayuda financiera a los países vulnerables en el marco de la ONU, a pesar de que se comprometió unilateralmente a donar 3.000 millones de dólares por año a los países del sur en proyectos climáticos.

– Estados Unidos: el presidente Barack Obama encabezó una postura voluntarista sobre el clima (plan de reducción de las emisiones de centrales eléctricas a carbón, oposición al proyecto de oleoducto gigante entre Canadá y Estados Unidos). Estados Unidos de momento no ha concretado su promesa de dones al Fondo verde para el clima. Con un Congreso de mayoría republicana, Obama evita comprometerse con objetivos cifrados a ser ratificados en el Capitolio. Lo que le queda es un margen muy estrecho para disposiciones de principio que tengan un carácter vinculante pero sin necesitar el aval del Congreso. Washington también se opone frontalmente a la instauración de un régimen de compensación financiera (”pérdidas y daños”) para los países fuertemente afectados por catástrofes, reclamado por algunos de los más vulnerables.

– India: Cuarto emisor de gases de efecto invernadero, segundo país más poblado, India todavía debe construir numerosas infraestructuras y dar acceso a electricidad a 300 millones de personas. Se niega a comprometerse a una fecha para el pico de sus emisiones y reclama una ayuda tecnológica y financiera para poder optar por energías verdes en sustitución del carbón. Aunque esté muy expuesta a los riesgos climáticos (fundición de glaciares, alteración de monzones, inundaciones) y tan afectada como China por la contaminación en las grandes ciudades, India no quiere verse obligada a rever rápidamente al alza sus compromisos y se opone a la mención de un objetivo a largo plazo de “descarbonización de la economía” que implique su abandono progresivo de las energías fósiles. Considera que los países ricos deben asumir buena parte del esfuerzo.

– Arabia saudita: Riad, miembro del G20 y primer exportador de petróleo, al igual que los demás países petroleros quiere evitar poner en peligro a su economía. Rechazan la “descarbonización” de la economía mundial que daría una señal clara a empresas e inversionistas y reclaman transferencia de tecnologías. Arabia Saudita tampoco quiere una revisión rápida de los objetivos de los países que acelerarían una dinámica en contra de sus intereses. Todo dependerá de la capacidad de Riad para sumar a otros países petroleros a su oposición.

– América Latina: Brasil y México son los principales emisores de gases de efecto invernadero en una región rica en biodiversidad, vulnerable al cambio climático y que sólo representa el 9% de emisiones globales. Llega con posturas variadas a la COP21, desde la promesa de Costa Rica de alcanzar la neutralidad de carbono en 2021 a las reticencias de Venezuela, país petrolero que no presentó compromiso nacional y encabeza la Alianza bolivariana ALBA que reclama una “justicia climática”. Brasil llega con el ambiciosa promesa de reducir sus emisiones un 37% para 2025. Colombia y México presentaron compromisos que están dispuestos a mejorar si reciben ayuda para proyectos climáticos.

– Países más vulnerables: las naciones más pobres (sobre todo de África y Asia) y los Estados insulares están a la vez muy expuestos a la desregulación climática y tienen pocos medios para adaptarse a ella (traslado de viviendas, infraestructuras, sistemas de alerta meteorológica, etc). Esperan garantías de acceso a financiamiento cada vez más importantes para adaptarse y desarrollar energías limpias. Una ayuda insuficiente podría conducirlos a bloquear los debates. Algunos esperan además avances en materia de “pérdidas y daños”, pero los países desarrollados en su conjunto son reticentes en esa materia.