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La COP-15 de Copenhague y la bachata

rsanchez14

Nada tienen que ver una con la otra…¿o sí? A ver. 

Los científicos del Panel Intergubernamental de Expertos conocido por sus siglas en inglés IPCC, han demostrado que la temperatura promedio de la tierra ha aumentado 0.7 grados Celsius, desde la revolución industrial de la segunda mitad del Siglo 18 hasta la fecha, es decir en 200 años. También aseguran que de seguir los ritmos actuales el incremento podría ser de 1.5 grados centígrados para el 2050. 

¡Pero eso parece poco para tanto tiempo! Para los humanos es mucho tiempo, pero para la evolución de la tierra es un cambio sumamente brusco y alterador.

El problema es que ese aumento de temperatura no es “natural”, sino que ha sido provocado por la quema de combustibles como el petróleo, el gas natural y el carbón para producir energía, mover las industrias y para el transporte. 

Todas esas actividades generan gases de efecto invernadero (GEI) que se concentran en la atmósfera terrestre y hacen como los cristales de los autos cuando están cerrados, dejan entrar la energía solar en forma de luz, pero no dejan salir esa energía transformada en calor, provocando un recalentamiento del interior del auto, que eleva la temperatura a niveles que se puede freír un huevo sobre el asiento o el tablero. ¡Dios nos agarre confesados¡

También por la quema de bosques se emite gases de efecto invernadero, con el agravante de que los bosques son los únicos capaces de retirar de la atmósfera el bióxido de carbono (principal gas de efecto invernadero) y devolver oxigeno.

El problema es que el calentamiento global, el aumento de la temperatura media global de la tierra, desata otros procesos nada divertidos. 

Plantas y animales, ecosistemas enteros pueden no soportar cambios de la temperatura por ligeros que parezcan en un tiempo que para la historia de la tierra es sumamente corto, y podrían extinguirse, incluyendo muchas de las plantas comestibles. (¡ojala que la yuca aguante…y el aguacate!)

El calentamiento global acelera el derretimiento de los casquetes polares donde esta mas de la mitad del agua dulce del mundo, hecho que ya esta ocurriendo a los ojos de la humanidad. Este derretimiento de los polos eleva el nivel de los mares y océanos, afectando las zonas costeras, y (¡qué vaina!) como isla que somos podríamos ser de los primeros a los que les llegue el agua al cuello.

El calentamiento global esta provocando cambios en el clima de la tierra, se registran ya sequías inesperadas en lugares y época del año totalmente anormales. También incremento anormales de lluvias. Alteración de los fenómenos hidroclimáticos (lean vaguadas, tormentas, depresiones, ciclones o huracanes), y ya se plantea que los huracanes pueden ser más frecuentes, más intensos y en épocas fuera de la actual temporada ciclónica. ¡Eso si nos embromaría la bachata!.

En el año 1992, en la llamada Cumbre de la Tierra (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo) los países aprobaron la Convención Marco de las Naciones Unidas Contra el Cambio Climático. Los países partes de esta Convención realizan una Conferencia anual para analizar los avances y tomar medidas para detener el Calentamiento Global y el Cambio Climático. Estas se llaman Conferencias de las Partes o por sus siglas la COP.

En el año 1997 varios países firmaron el Protocolo de Kioto (porque la reunión fue en esa ciudad del Japón), para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. El protocolo entró en vigencia en el 2005 cuando se alcanzó la cantidad mínima de países firmantes que convertía el Protocolo en vinculante u obligatorio. 

Los países desarrollados, los que tienen mayor responsabilidad en el calentamiento global, boicotearon durante años al Protocolo de Kioto. Estados Unidos nunca lo firmó. 

En el 2012 termina la vigencia de ese protocolo y ya se sabe que no se alcanzarán las metas de reducción de gases de efecto invernadero acordadas en Kioto.

Desde el Lunes 7 hasta el 18 de diciembre estará sesionando en Copenhague, la capital del Reino de Dinamarca, la Décimo Quinta Conferencia de las Partes (COP-15) de la Convención Marco de las Naciones Unidas Para el Cambio Climático.

Más de 15 mil delegados de países, organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales y ambientalistas estarán participando en cerca de 2,500 reuniones de diversos tipos, relacionadas con el tema. Los dos últimos días de la Cumbre, los días 17 y 18 de diciembre, se espera la más alta concentración de jefes de Estado del mundo, (hasta ahora han confirmado 83), y representantes de países, para sumar un total de 193 países que han acreditado delegaciones al conclave o reunión.

Dos frentes están claramente definidos en la Cumbre. El de los países desarrollados, 21 de los cuales emiten el 80% de los gases de efecto invernadero, incluido Estados Unidos que es el principal emisor. Y, por el otro lado, el de los países que ahora llaman “en desarrollo”, que antes llamaban “subdesarrollados”, pero que en realidad vivimos “enrollados”, entre los que estamos los bailadores de merengues y bachatas de República Dominicana.

Nuestros países, que afectamos menos al planeta, que casi no emitimos gases de efecto invernadero, que no sobrecalentamos al mundo, recibiremos el “piñazo” más duro con el calentamiento global. Porque tenemos más biodiversidad y esta será la primera en resentir el cambio, porque tenemos economías más débiles para enfrentar los males que nos vendrán, porque tenemos más pobres y a estos es que se llevan los ríos crecidos, sepultan los derrumbes y a los que menos comida les llega cuando esta escasea.

La Cumbre de Copenhague no resolverá el problema, es cierto. Ella no le va a pasar factura al modelo capitalista y sus variantes como el neoliberalismo, responsable del modelo de desarrollo basado en la explotación irracional de los recursos naturales, en la contaminación del planeta y en la explotación y reclusión en la pobreza de tres cuartas partes de la humanidad.

Pero algo que logremos será un paso de avance para la humanidad y una pulgada de esperanza para el planeta.

Los países contaminadores buscan formas de eludir su responsabilidad. Quieren comprar el derecho a seguir contaminando sobre la base de pagar para conservar bosques en otros países. El capitalismo como siempre busca provecho y ahora se viste de verde. Pero no quieren financiar el desarrollo. No van a desprenderse del monopolio de la tecnología, por muy enemiga del planeta y de la humanidad que esta sea. No van a permitir que tengamos soberanía alimentaria. Mucho menos que desarrollemos el conocimiento (¡Ay ñeñe, para que se hagan independientes, dijo Monroe desde su tumba a la Thatcher, mientras Reagan, con sombrero del mundo Marlboro, reía socarronamente en las puertas del infierno)

Pero si logramos que Estados Unidos se comprometa que para 2020 va a reducir a 17% menos de la cantidad de gases que emitía en el 2005 y 83% para el 2050, como han prometido, si su Senado aprueba la Ley sobre el Cambio Climático, sería algo bueno. 

Si se logra que para el 2020, Japón reduzca 15%, China entre el 40 y el 45$%, la India entre el 20 y el 25%, Brasil entre el 38 y el 42%, de las emisiones que emitían en el 2005; y la Unión Europea bajar a 20 o 30 % por debajo de sus emisiones en el año 1990, como han prometido o insinuado, seria una gran cosa.

Pero junto a ello, debemos demandar los países bachateros y sus aliados, un fondo que deben aportar los países que están sobrecalentando la tierra (y que deben estar muy calientes con papá Dios porque le están achicharrando su obra), y que se estima en 100,000 millones de euros anuales, para seguir la lucha contra el cambio climático y financiar las Acciones de Mitigación Nacionalmente Apropiadas, con las que nuestros países deberán comprometerse en la Cumbre.

Los cuartos de este Fondo, si los logramos, no deberán ir para comprar opositores, ni para pagar tránsfugas, ni tapar hoyos bancarios, ni para construir el Metro de Muerto Sentao en Galvan a Vengan a Ver de Jimanì, sino para reducir la pobreza, para la soberanía alimentaria, para enfrentar los riesgos ante desastres.

Por: Roberto Sánchez
Clave Digital