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El fracaso de la Cumbre o la decadencia de un modelo

Los principales titulares de los medios informativos mundiales tildan de fracaso la recientemente finalizada Decimoquinta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que cerró sus sesiones este 19 de diciembre. 

El cambio climático global, el sobrecalentamiento del planeta y las nefastas consecuencias que estos han comenzado a provocar y que seguirán en aumento, agudiza las contradicciones principales que caracterizan al mundo de hoy. 

En primer lugar, la contradicción entre los países desarrollados y los no desarrollados, a causa del control de los primeros sobre los mercados y recursos de los segundos.  En segundo lugar, la contradicción entre distintas potencias por controlar países, territorios y recursos.  En tercer lugar, las contradicciones entre los pueblos y las cúpulas corrompidas y al servicio de las oligarquías internas y los intereses foráneos en cada país. 

En especial  la primera contradicción, entre las potencias y los países saqueados, y por ello no desarrollados, ha pendido como espada de Damocles en el proceso y el evento final de la Cumbre sobre el Cambio Climático. 

La negativa de las potencias a asumir compromisos concretos para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y para financiar las acciones de adaptación frente al cambio climático y la demanda de los países en desarrollo de alcanzar compromisos concretos, fue el centro de las discusiones que durante dos años se realizaron y culminaron en esta Cumbre Mundial celebrada del 7 al 19 de noviembre. 

Con Estados Unidos a la cabeza, 20 de los países desarrollados elaboraron y firmaron un documento dejando fuera de la negociación a 173 países de los 193 que participaron en el cónclave. 

El documento que ha sido calificado de vago, impreciso, genérico y falto de concreticidad no establece compromisos serios para reducir emisiones, financiar la adaptación al cambio y controlar el calentamiento. 

El grupo de los 77, que en realidad agrupa a unos 130 países, con la presencia dinámica de los países del ALBA, han denunciado como una exclusión vulgar el texto promovido por las potencias, con el Presidente de Estados Unidos, Barak Obama, a la cabeza. 

La mayoría de los países, organizaciones no gubernamentales y científicos aspiraban a metas concretas de reducción de emisiones que pudieran ser partes del nuevo compromiso mundial que debe sustituir al Protocolo de Kyoto, cuando este expire al final del 2012.   

Demandaban que los países más contaminantes como Estados Unidos y China que emiten el 40% del total de los gases de efecto invernadero que se emite en el mundo, establecerían cantidades de reducción definidas y con plazos y medidas de verificación.  En cambio el documento firmado por los 20, incluyendo a la Unión Europea y Estados Unidos, habla de procurar una reducción de un 80% de las emisiones, pero no establece fecha ni cuotas por países. 

El mundo esperaba y demandaba que los países que han envenenado al planeta se comprometieran con un fondo de 100,000 millones de dólares para financiar la adaptación al cambio de los países más vulnerables que ya han comenzado a sentir los efectos provocados por el modelo insostenible de los países desarrollados. 

Pero en el documento de los 20, las potencias solo se comprometer a un fondo de 30,000 millones de dólares para los próximo tres años. 

Finalmente, y para intentar pasar la mano al mundo que contaminan, proponen que dentro de un mes y medio, al 1 de febrero del 2010, los países fijen cuotas de reducción, lo que no han podido lograr en 2 años de intensas negociaciones. 

Plantean volver a la discusión sobre un Acuerdo Global vinculante en la COP 16 a celebrarse en México en Diciembre del entrante 2010 y que se realice una Conferencia Intermedia, anterior a la de México, en Bonn, Alemania. 

Delegados de 193 países, 46 mil personas movilizadas hacia Dinamarca, 21 mil de organizaciones de la sociedad civil y la humanidad que aspira y demanda compromisos serios de los gobiernos de cada país, pero principalmente de las potencias contaminantes, han salido con el amargo sabor  de la frustración de esta Conferencia Mundial. 

Solo las colosales movilizaciones en Copenhague, reprimidas en forma excesiva, y la firme posición de coaliciones alternativas como la Alianza Bolivariana de las Américas –ALBA-, envían luces y alientos de esperanza. 

De nuevo ha quedado en entredicho la autoridad de la ONU, tan ágil en bendecir o tolerar invasiones imperialistas, fundamentadas en mentiras, y tan inoperante para cuestiones vitales de la humanidad, de la vida sobre el planeta y sobre el planeta mismo. 

Por: Roberto Sánchez
Clave Digital