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Carta Póstuma a Oscar Cañizares (VI)

El problema no es
darle un hacha al dolor
y hacer leña con todo y la palma, 

El problema vital es el alma,
El problema es de resurrección,
El problema, señor,
será siempre
sembrar…amor.
(Silvio Rodríguez.)

Querido amigo,

Sabes que en estos días, en los que el valor y la sinceridad parecieran andar de vacaciones, cuesta cada vez un poco más encontrar la fuerza y la  ocasión para revisarse al espejo, para urgar en los vestigios donde colisionan los sueños,  allá donde  la realidad te despierta espantado y las heridas ya no encuentran remedio, talvez porque la verde cura ya no surte su efecto.

Por eso hoy, raro día coincidente entre el VIERNES SANTO, TU ULTIMO RESPIRO y el DIA DE LA TIERRA,  he querido buscar algún salvoconducto que permita llevar  hasta tu descanso eterno mi grito más intenso. Porque puede que uno al paso del tiempo sucumba a la rutina de seguir las tendencias, ha pasado tantas veces  que los espejuelos doran el paisaje y desvían la mirada para sólo observar lo evidente, sin mostrar respeto ni tan solo atención por aquellas nimias, abstractas cosas,  merodeamos entonces sordos al llamado del espíritu e insensibles al roce de la conciencia.

Quizás por eso, viejo amigo, TU que quizás sabes de algunas respuestas más escuetas que aquellos que nos arrastramos por el polvoriento sendero, saca por favor  de tu chistera una que otra Luz que despeje estas cuestiones, que me laten por las sienes:

  • – Donde se ha ido a mojar la lluvia?
  • – De cual mala simiente se preña ahora la madre tierra?
  • – Quienes contaminan los rincones de la vida? y si lo sabemos, porqué sin estorbo continúan su tropelía?
  • – Cual singular ceguera impide que sean vistos los que talan, los que queman, los que saquean o simplemente, los que envenenan?
  • – Cuantas veces y a cuantos nominales hay que implorarles para que sea cumplida  una Ley?
  • – Hasta cuando hará efecto la anestesia? y se el efecto pasa, quien empuñará las consignas que muevan las espadas?

De interrogantes a complices silencios nos asalta el viento, como la bruma gris que te arrastró entre las espumas de un abril cualquiera, pero más que eso, con cada pregunta sin responder se acomodan entre nosotros las tinieblas de aquello que, como un puñado de semillas sin sembrar, se yerguen en promesas que el mismo viento desvanece, acaso si cumplir jamás.

Te cuento Cañizo, que hace unos días leía por enésima vez a Bosch, en el parafraseo de aquel recurso que utilizabas tantas veces: «Este país es un paisaje», pero TU insistías: «Este paisaje es un País»… Ya lo sabes mejor que yo, mientras más caminos agrestes desempolvo, mientras más arroyos languidecen con mi sed, cuando menos chances hayan mis oídos para desentumirse por el trino celestial que ya no zumba… pongo en el agua mi cabeza y ya sin color, cualquier desértico Coral me revela lo que más temo… Duele tanto que por  doler, me duele hasta el pensamiento.

Si puedes  desde lo alto, míralo tu mismo y dime que exagero, dime por Dios que estoy apenas fabulando, muéstrame desde el cielo las  pruebas que desmientan mi pésima tesitura,  quizás ensayando con formas el verdor de las cotorras, talvez dibujando nubes tan oscuras como Jaibas, o imitando  jilgueros en el trueno de la altura…pintarrajea  entonces el celeste con mil manchas similares a los Robles,  el Balatá,  el Mangle, la Manacla, Guayacán o Guaconejo. Despiértame exaltado con el revoleto cristalino de aquel río que hoy no es río!

Créeme, aquí estaré esperando, con singular desvelo aguardaré las señas, no importa si el Solenodonte me espantara por las noches, o si acaso si por sobre un Catey cien  arañas enredaran su telar, verás que cuando el Carey multiplicado desove refugiado en la bahía,  más que una lágrima, las sonrisas de mil niños eclosionarán ya por doquier.

Vístenos pues de esperanza, alquílanos por piedad un linaje que fecunde, uno que este hecho con  la certeza de lo cierto,  no cual la mascarada de ciertos omnívoros camuflados de  padrinos, que depredan, se deshonran y luego posan protegiendo algún terruño… bonito escudo, tanto brilla que por ratos siquiera vemos la sigilosa daga  ocultadas en sus sombras.

Ahora,  que en público júbilo se Vuelven al Verde los espacios citadinos…Hoy, que hay un Bosque urbano para cada  oficio imaginable, con las mismas manos que los aplaudo te quisiera también convidar a que me acompañes a las sierras, a los montes de la altura donde nacen nuestras cuencas…(moribundas, languidecen ¡cuanto nos necesitan!) Será que no merece cuido el vital oficio de Aguatero?

El desierto acecha, la desolación lo acompaña, lo andan avisando: detrás del humo tibio que se yergue en la Dolina, debajo del permiso que depredó el verde cerro, en las huellas del camión atestado de montañas, ese que ayer mismo cegó el verde custodio … ¡míralos! ya están muy cerca, vienen bajando con el río, mortecino de veneno.

Ven, subamos, ya sabemos que nos falta mucho más lamentos, más que manos  falta valor y faldas y puños y espaldas  y cabezas que abran las rocas…  para el heróico reto de seguir preñando el suelo, para la noble encomienda  de querer cuidar lo nuestro, para el soberano empeño de impedir que fracasemos. (despojados de oro, de agua, de moral y de progreso)

Amigo, no te ofusques, ya te dejo, para embriagarnos de ansias te remito algunos versos, entre Bombakinís y Retretas un tal FELLE, escribió esto:

Preservemos nuestros bosques
siempre  llenos de verdor
Esta flora  que me inspira
y me habla del amor
Sustentemos  las razones
con esmero y decisión.
Levantemos  nuestros brazos
la conciencia, el corazón
Defendamos  nuestra fauna
nuestra cuna, nuestro hogar.
Protejamos el mañana,
con firmeza y con pasión.
Preparemos el sendero,
para otros…..caminar.

 

Nelson A. Bautista S.
Abril 22 de 2011.